Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, y seáis multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que Jehová prometió con juramento a vuestros padres.»
Deuteronomio 8:1
Pastor Jose Juarez
Notas de sermón:
2 Corintios 5:17 Reina-Valera 1960 17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Cómo deseamos iniciar un Año Nuevo lleno de Bendiciones. Sin duda todos nosotros. En nuestro corazón tenemos sueños, objetivos y alcances que anhelamos se vean realizados. ¿Será que no podemos llegar a nuevos niveles? Lo más probable es que si, porque nos acompaña el poder ilimitado del Dios que nos ama. Decídase a emprender un Año lleno de bendiciones. El primer paso a dar es someternos a Dios. Caminar en fidelidad con Él para este próximo año.
El pueblo hebreo había peregrinado cuarenta años por el desierto y estaban a punto de cruzar el río Jordán para iniciar la conquista de “La Tierra Prometida.” Se trataba del país de los cananeos, habitado por un pueblo notoriamente depravado idólatra e inmoral, un país lleno de tentaciones, para una nación carnal, como era Israel. Igual a nuestro peregrinaje por nuestra vida llena de obstáculos.
Pero se trataba también de una tierra llena de bendiciones expresadas en riquezas materiales, si se la compara con lo que fue para ellos el desierto. En ese contexto se dan las exhortaciones a recordar el pasado.
I. Acordarse de los mandamientos.
Deuteronomio 8:1 “…Cuidareis de poner por obra todo mandamiento… para que viváis y seáis multiplicados…
La obediencia es el secreto de una vida abundante. Jesús dice: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos» (Juan 14:15). El inconfundible significado del pasaje es que la obediencia a los mandamientos de Cristo es una muestra y una prueba de nuestro amor por Él. El apóstol Juan continúa diciendo: «En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos» (1 Juan 5:2-3). En la misma charla del aposento alto, Juan cita a Jesús diciendo una vez más: «El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él» (Juan 14:21; ver también 15:14). ¿Qué quiere decir Jesús cuando dice: «Guardad mis mandamientos»? ¿Acaso habla Jesús de cumplir una lista de normas y leyes como los Diez Mandamientos, o se refiere a otra cosa? Las palabras que Juan utilizó en el idioma original no deben entenderse solamente como obedecer una serie de normas morales. Estos «mandamientos» engloban todas las palabras y enseñanzas de Jesús, que, en verdad, son las palabras de Dios Padre: Jesús respondió: «El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió» (Juan 14:23-24). Ahora como creyentes tenemos un modelo para amar a Jesús y cumplir Sus mandamientos: el amor de Jesucristo y Su vida de obediencia al Padre (Juan 14:31). Obedecer los mandatos de Cristo significa seguir el ejemplo de Jesús (Juan 13:15-16). Amar a Jesús no es simplemente un sentimiento; es una relación activa, permanente y continua de seguir y obedecer a nuestro amoroso Maestro: «Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos» (1 Juan 2:3). Got Question Este año nuevo debemos esforzarnos por seguir los mandamientos de Dios en todas las áreas de nuestras vidas.
Debemos amar al prójimo…
Para la iglesia los aspectos morales de la ley se cumplen en el precepto de amar al prójimo como a nosotros mismos. (Romanos 13:9; Gálatas 5:14; Santiago 2:8-13; 1ª Juan 4:7,8,11.
II. Tenemos deberes hacia Dios.
En esta época del año, es muy común entre la gente el mirar hacia atrás para evaluarse con el fin de hacer cambios para el año entrante. Como cristianos deberíamos hacer lo mismo y querer siempre convertirnos en mejores embajadores de Cristo (2 Corintios 5:20), Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Y la única forma de hacer esto es despojándonos del viejo hombre y “vestirnos del nuevo hombre” (Efesios 4:22-25). Como tenemos corazones engañosos (Jeremías 17:9), la única forma para saber dónde fallamos en dar al blanco es evaluándonos. TGC. Coalición. Y una forma sería:
a. Hacer remembranza de todo el camino.
Te acordarás de todo el camino (= vida) por donde te ha traído el Señor. Cuando los israelitas están a punto de entrar en la tierra prometida, se exhorta a estos peregrinos a recordar las experiencias de los últimos cuarenta años.
Para nosotros la vida es como el camino de los israelitas a través del desierto. Así como fue Dios quien los condujo a ellos esos cuarenta años, el Señor y no es la suerte, ni la casualidad, quien nos ha conducido a nosotros y nos traído hasta este día. Es el Señor, el que con su mano poderosa nos ha guiado y permitido las experiencias buenas o malas que usted y yo hemos recibido el año que pasó y a lo largo de la vida. Él da siempre lo mejor para sus hijos, aunque nosotros no lo entendamos así. Por eso se exhorta al cristiano a dar gracias en todo, y un espíritu de gratitud y alegría debe embargar nuestro corazón (1ª Tesalonicenses5:18 ; Lamentaciones 3:22-30).
b. Tener comunión con Dios. «Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad;» 1 Juan 1:6
Ahora es común que muchos cristianos no consideren su estado espiritual, se conforman con saber que son salvos, sólo han experimentado una conversión y se han arrepentido en algún momento, pero sin embargo no viven una verdadera comunión con Dios. Para este nuevo año debemos proponernos “un caminar” o “un andar” con Cristo y este andar comienza cuando damos el paso de fe al confiar en Jesús, como nuestro Señor y Salvador, la salvación no es el final de la vida cristiana, sino más bien, es el comienzo de la misma. A partir de este nuevo año, nuestro objetivo será acercarnos cada vez más a la Luz, permitiendo que Cristo nos muestre las áreas de oscuridad que existen en nuestra vida para que podamos modificarlas, y así ser transformado por el poder de Dios. El andar o caminar del cristiano, significa progresar, sabiendo que vamos avanzando en una vida nueva y que ahora es una Vida espiritual.
III. Este Nuevo Año estaremos bajo la guía del Señor
Isaías 43:2Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.
La seguridad de la presencia de Dios en nuestras vidas nos da la firmeza que aun cuando pasemos por las más diversas pruebas, es cuando más sentimos que Dios está con nosotros: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti” (Isaías 43:2). La palabra de Dios nos dice que los amigos de Daniel experimentaron exactamente esta promesa cuando fueron lanzados al horno de fuego, y al ser sacados de allí: “…ni siquiera olor de fuego tenían” (Daniel 3). Moisés valoraba cuán necesaria era esta presencia. El pueblo de Israel en su mente siempre tenía la inclinación a dejar la presencia de Dios por otros dioses. En el capítulo 32 de Éxodo, ellos tomaron la decisión de buscar otro guía, representado en un “becerro de oro”, para que les condujera a la tierra prometida. Tal pecado produjo el enojo de Dios hasta negarles su presencia en la continuación del viaje por dicho pecado. Sin embargo, Moisés, quién si sabía lo que significaba la presencia divina, tomó la siguiente decisión: “Si tu presencia no ha de ir conmigo, no me saques de este lugar” v. 15. Este debiera ser un texto lema para todo creyente. El inicio de un nuevo año pareciera convocarnos en esta dirección. ¿De qué nos sirve hacer planes y hasta tomar decisiones sino contamos con la presencia del Señor? Veamos, pues, la importancia de un guía para el resto del viaje. Debemos considerar las bendiciones de la presencia de Jesús para la vida. El pueblo de Israel había cambiado la presencia poderosa de Dios por un becerro de oro que no podía hacer absolutamente nada por ellos, excepto el de haberles conducido a pecar, como lo hacen todos los ídolos. Cualquier ídolo que tengamos lo que hará es llevarnos a cometer pecado. Mientras que la presencia del Señor lo que produce es una vida santa y llena de victoria. ¿Habrá algo en nuestras vidas que está interrumpiendo nuestra comunión con el Señor? Si la presencia de Dios no nos acompaña en el inicio de un nuevo año, lo demás que hagamos, emprendamos, vivamos… no vale la pena. Muchas veces nos preguntamos por qué no hay victorias y respuestas para lo que hacemos o lo que pedimos al Señor. Deberíamos revisar hasta dónde estoy dejando que la presencia del Señor me guíe. La lucha que esto plantea es la de un Dios que quiere guiarnos para que vivamos victoriosos, y por otro lado hacer mi propia voluntad que tome la iniciativa para guiar mi vida. Pero vez tras vez descubrimos que nosotros mismos no podemos guiar nuestras vidas. Que ella necesita la guía de nuestro Señor Jesús a quien debemos seguir un día a la vez. Debemos aprender a mirar el año nuevo cómo la oportunidad maravillosa que representa. Es un buen momento para llevar a cabo proyectos dirigidos por Dios, para encaminar con más fuerza que nunca nuestras vidas y para seguir compartiendo. Fundamentalmente un año nuevo es esperanza, capaz de trascendernos por el resto de nuestras vidas. Pedimos a Dios que durante todo este año que a pesar de cualquier situación difícil que nos toque enfrentar, Dios siempre estará con nosotros Él es Todopoderoso y no nos dejará ni nos abandonará, un Dios que ha prometido terminar la obra que comenzó en cada uno de nosotros, que este año sea un año en donde aumente nuestra fe y nada nos aleje de lo que Dios quiere hacer en nuestra vida. ¡Feliz año a todos y que la bendición y la presencia de Dios les acompañe!
Números 6:24-26 Reina-Valera 1960
24 Jehová te bendiga, y te guarde; 25 Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; 26 Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.
No hay mejor momento para empezar a transformar su vida que el Año Nuevo. Dondequiera que usted esté ahora, entréguele su vida a Jesús. “¡Alabado sea Dios, por darnos la oportunidad de empezar de nuevo!” Ahora sí podré tener un verdadero ¡Feliz Año Nuevo! Con Jesús.
