Dos días después era la pascua, y la fiesta de los panes sin levadura; y buscaban los principales sacerdotes y los escribas cómo prenderle por engaño y matarle. Y decían: No durante la fiesta para que no se haga alboroto del pueblo.
Veamos la forma en las que Jesús fue preparado para la muerte. La primera es interna y es que Él que Él estaba preparado dentro de sí mismo: nada de lo que estaba por suceder lo tomó por sorpresa, hasta saber la fecha en que sería crucificado (Mateo 26:2). La segunda manifestación es que Él mismo describe la unción que recibió de manos de una mujer en Betania como preparación para Su sepultura (Mateo 26:12).
Marcos 14:1-2
Pastor Jose Juarez
Notas de sermón:
- Jesús anticipa su muerte (Mateo 26:1-5).
El Señor Jesús había hablado con mucha frecuencia acerca de sus sufrimientos que iba a padecer, ahora está hablando de ellos como que si en ese mismo momento se está viviendo. Sin embargo, el consejo judío se preparaba para cómo podrían matarlo en secreto. Pero de todos modos todo salió a luz. Jesús, que es el verdadero Cordero pascual, debía ser sacrificado por nosotros en ese mismo momento, y su muerte y resurrección se hicieron públicas. En el mismo momento en que Jesús habla con sus discípulos el consejo judío en paralelo concluyen sus deliberaciones. Así que cuando hubo acabado de decir todas aquellas cosas que enseñó en el monte de los Olivos, nuestro Señor se preparó para continuar con el plan divino que había sido determinado desde antes de la fundación del mundo. Pensemos ahora quiénes somos los seres humanos como imagen/hijos de Dios creados para tener una relación de pacto con Dios. Debemos en primer lugar quién es Adán como representante de la humanidad con respecto al pacto (Ro 5:12-21; 1 Co 15:21-22). ¿Por qué esto es importante para nosotros? Porque desde la creación, Dios establece las condiciones del pacto y exige a Adán (e incluye a todos nosotros) confianza, amor y obediencia (Génesis 2:15-17). Pero también hay una condición: si hay desobediencia al pacto, por el carácter de Dios, también hay un juicio contra nuestro pecado que tiene como resultado un castigo: la muerte física y espiritual (Ro 6:23). ¿Estamos preparados para ese evento? El hombre común nunca piensa en las cosas que si importan, vive en la vanidad de la vida, no es capaz de pensar en que llegará la muerte como algo seguro, y que después de ésta, el camino que haya tomado si, al cielo con Dios, o al infierno, a la vida eterna con Dios o a la condenación eterna. Pero para el hombre natural esto no significa nada, vive solo por vivir, sin importarle nada su destino eterno. Pero el Señor siempre nos busca de diferentes maneras para exhortarnos, para recordarnos de su existencia, de que lo busquemos con diligencia.
Hebreos 1:1-3 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; 3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,
No podemos excusarnos de no saber cómo tener la seguridad de la salvación. ¿Qué sucede cuando el hombre piensa en la muerte? Entra en temor, el hombre por naturaleza le tiene miedo, sin pensar que es el camino que todo ser vivo lleva. Debemos saber que habrá un momento para todos y cada uno de nosotros, sin excepción, que un día terminará todo lo terrenal, todo lo que está a nuestra vista; y es cuando tenemos que enfrentar lo que no podemos ver. Con la muerte se termina este mundo que vivimos, lleno de afán y superficialidad, lo que llena posiblemente todo nuestro tiempo. La sociedad se encuentra afanada por el mundo del conocimiento, de los viajes al espacio, del arte, de la música, del trabajo, de los espectáculos, de la política, de la moda, de las comidas, en fin, el mundo de las ilusiones, de los afanes y la vanidad de la vida. Pero nadie piensa en la otra vida, de la vida eterna, lo que realmente importa. Jesús sabía que había una misión aquí en la tierra y se preparó, obedeciendo a su padre. Usted y yo debemos de preocuparnos por lo que es muy importante, por la vida eterna.
22 Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. Romanos 6:22
¿Qué hacer para estar preparados? La respuesta es sencilla, pero es lo que el hombre está renuente a aceptar. Para poder ser liberados del pecado y tener la seguridad de la vida eterna. El camino es Jesús.
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Juan 14:6
- El cuerpo de Jesús ungido para ser sepultado (Mateo 26:6-13).
Ahora, todo estaba consumado, Jesús había muerto y lo que quedaba era sepultar su cuerpo, por lo que dos personajes importantes del Sanedrín hacen su aparición para encargarse de este trabajo, estos son, José de Arimatea y Nicodemo. Una vez más podremos ver como otra de las profecías mesiánicas se cumplirá ya que el cuerpo de Jesús fue puesto en una tumba de un rico. José y Nicodemo deben haber acordado de antemano reunirse junto a la sepultura de Jesús siendo minuciosamente preparados con la cantidad de especias para el entierro. Nadie había sido puesto todavía nunca en esta nueva tumba. » Y Nicodemo, el que antes había venido a Jesús de noche, vino también, trayendo una mezcla de mirra y áloe como de cien libras» (Juan 19:39). Las «cien libras» se refiere aquí es la libra romana, igual a eso de las once y media onzas o setenta libras en nuestras mediciones. Tomaron el cuerpo de Jesús bajado de la cruz y lo llevaron a la tumba nueva. Probablemente llevaron el cuerpo de Jesús en una camilla que era común para el transporte de un cuerpo a una tumba.
La «mirra» era una resina aromática que se desprende de un árbol que crece en Arabia y es apreciado por su perfume. El «áloe» es una fuerte savia aromática. Las «especias» aquí son sustancias utilizadas para embalsamar, y son fragantes y amargas, y cuando se utiliza con mirra actúa como agente de secado. La fragancia de las especias podría contrarrestar el mal olor y retrasar la carne en descomposición. La generosa cantidad de especias muestra que Nicodemo debe haber sido un hombre de cierta riqueza, porque las especias eran generalmente importadas y eran muy caras. Con una cantidad tal, Nicodemo deseaba cubrir el cuerpo completamente con la fragancia. Hay pruebas de que tales grandes cantidades se utilizaron en enterramientos reales. (Blog Ama a Cristo)
La unción ceremonial en el Antiguo Testamento era un acto físico que consistía en untar, frotar o derramar aceite sagrado sobre la cabeza de alguien (o sobre un objeto) como señal externa de que Dios había elegido y apartado a la persona (u objeto) para un propósito santo específico. Reyes, sacerdotes y profetas eran ungidos externamente con aceite para simbolizar una realidad espiritual mucho más profunda: que la presencia de Dios estaba con ellos y que Su favor estaba sobre ellos (Salmo 20:6; 28:8). Jesucristo cumplió la profecía del Antiguo Testamento como el Ungido, el Mesías elegido (Lucas 4:21). Demostró Su unción por medio de los milagros que realizó y la vida que sacrificó como Salvador del mundo (Hechos 10:38). También es cierto que los cristianos de hoy son ungidos. Por medio de Jesucristo, los creyentes reciben «la unción del Santo» (1 Juan 2:20). Esta unción no se expresa en una ceremonia externa, sino participando del don del Espíritu Santo (Romanos 8:11). En el momento de la salvación, los creyentes reciben el Espíritu Santo y se unen a Cristo, el Ungido. Como resultado, participamos de Su unción (2 Corintios 1:21-22). Según un erudito, esta unción «expresa las influencias santificadoras del Espíritu Santo sobre los cristianos que son sacerdotes y reyes para Dios» (Smith, W., «Anointing», Smith’s Bible Dictionary, ed. revisada, Thomas Nelson, 2004). ¿Got Question? La sepultura de Jesús nos recuerda su amor inmenso y su disposición a dar su vida por nosotros.
Nos desafía a considerar nuestra propia respuesta a su sacrificio y a vivir en la luz de su victoria sobre la muerte.
En resumen, la sepultura de Jesús no solo es un hecho histórico, sino también un símbolo profundo de nuestra redención y esperanza en él. Acepte a Jesús como su salvador personal ahora y prepárese para recibir la vida eterna.
