Sunday Morning Service

Sermón de la Mañana #185 | SACUDIRSE



6 Salió Jesús de allí y vino a su tierra, y le seguían sus discípulos. 2 Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene este estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos? 3 ¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él. 4 Mas Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa. 5 Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. 6 Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.7 Después llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos. 8 Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente bordón; ni alforja, ni pan, ni dinero en el cinto, 9 sino que calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas. 10 Y les dijo: Dondequiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de aquel lugar. 11 Y si en algún lugar no os recibieren ni os oyeren, salid de allí, y sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, para testimonio a ellos. De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para los de Sodoma y Gomorra, que para aquella ciudad. 12 Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen. 13 Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban.

Marcos 6:1-13

Pastor Jose Juarez

Notas de sermón: 

Durante un terremoto, ocurrido hace unos pocos años, los habitantes de

la pequeña ciudad, presos del pánico, corrían de una a otra parte,

cuando se apercibieron de una anciana, a quien todos conocían, en cuya

actitud no podía verse sino paz y sosiego, la cual, desde la puerta de su

vivienda parecía sonreír a los espantados.

Alguien le preguntó: -Abuela. ¿No tiene usted miedo?

A lo que la anciana, una cristiana fiel, contestó: -No, no tengo miedo…

Muy al contrario… Estaba pensando que mi protección es grande, pues tengo

para ayudarme a un Dios que puede, si quiere, sacudir el mundo. Tomado de Recursos bíblicos.

Jesús está determinado que el ministerio del Reino requiere acción. Y de acuerdo a las señales de nuestro tiempo apremia cumplirlo. Debemos aprovechar todo enlace, tiempo y espacios que se presentan. Ahora no podemos como en el tiempo de Jesús detenernos porque sea un día de reposo, o por las vacaciones.

Ahora nos encontramos en este pasaje con diferentes tipos de personas: y vemos algunas que están dispuestas a trabajar para el Reino, tanto que están recibiendo ya sus beneficios como milagros y sanidades. Y hay muchas que están en contra del trabajo del Reino. El pasaje muestra que, como en todo contexto donde se ejerce la misión, se plantean situaciones favorables y desfavorables. Hemos visto a través de los años como El Reino trae satisfacciones a quienes lo anuncian y a quienes lo acogen, pero también lleva consigo dolor y sufrimiento para quienes lo comunican. Tanto que, puede enfrentar entre sí a personas muy cercanas. Pero lo más importante es que el Reino no se detiene porque alguien no crea, o porque alguien crea, o porque no haya condiciones para cumplir la misión. Jesús y sus discípulos tienen que hacer lo que les corresponde. Y no se quedan de brazos cruzados, porque siempre encontraremos a personas que tienen la necesidad de ser salvos.  Ya sea en el rechazo, el no creer, y la crítica, son situaciones muy comunes que vemos en este pasaje. Ni aun a los de su propia tierra quieren aceptar su misión. A pesar de los milagros de Jesús que proporcionaban verdaderas señales, no creen. Y esta es una de las razones por la que no realiza sanidades, ni hace milagros en su tierra de nacimiento. No obstante, el Reino continúa su marcha, transformando todo el contexto y beneficiando a quienes lo reciben (vv. 5b, 13).

1.       El regreso a casa de Jesús.

Llega el momento de regresar a su tierra, la ciudad de Nazareth, sus discípulos le seguían. Pero la gente de su ciudad de origen no lo aceptó como el Mesías, diciendo: «¿No es este el carpintero, el hijo de María y hermano de Jacobo, José, Judas y Simón? ¿No están también sus hermanas aquí con nosotros?». Para la gente común Jesús es un mero ser humano que no nos trae el poder de Dios. Y resulta que cuándo nos falta la fe y pensamos que Jesús no puede hacer milagros entre nosotros es viéndolo como cualquier ser humano. Que Dios nos fortalezca la fe y nos dé el poder de seguir a Jesucristo como sus discípulos. Amén.

Es de notar que los propios habitantes de Nazareth, que conocían a Jesús desde su infancia, dudaran de su identidad y no lo aceptaran como el Mesías. Siendo testigos de todos los milagros y enseñanzas que realizó, ellos no podían ver más allá de su condición humana, le veían como un carpintero entre ellos. Jesús mismo nos afirma que «un profeta recibe mayor desprecio en su propia tierra, entre sus parientes y en su casa». Y no pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó a algunos enfermos imponiéndoles las manos. Luego se fue a enseñar a los pueblos vecinos. Jesús regresa a Nazaret ahora acompañado de sus discípulos. Comienza su discipulado en la sinagoga, y la multitud se maravilla por su sabiduría y el poder para realizar milagros. Pero, esta admiración se transforma en incredulidad y hostilidad. Siempre hay gente que piensa mal.

Ahora se habla sobre el regreso de Jesús. Uno de los textos más famosos es el capítulo 24 de Mateo, donde Jesús habla sobre las señales del fin de los tiempos y su regreso. También se menciona en el libro de Hechos, donde se dice que Jesús volverá de la misma manera en que ascendió al cielo. 1 Tesalonicenses5:23: “Y que el mismo Dios de paz os santifique por completo; y que todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea preservado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” Santiago 5:7: “Por tanto, hermanos, sed pacientes hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el fruto precioso de la tierra, siendo paciente en ello hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía.”

Hechos 1:9-11: “Después de haber dicho estas cosas, fue elevado mientras ellos miraban, y una nube le recibió y le ocultó de sus ojos. Y estando mirando fijamente al cielo mientras Él ascendía, aconteció que se presentaron junto a ellos dos varones en vestiduras blancas, que les dijeron: ‘Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, vendrá de la misma manera, tal como le habéis visto ir al cielo.’”

Apocalipsis 22:12: “He aquí, yo vengo pronto, y mi recompensa está conmigo para recompensar a cada uno según sea su obra.”

La idea del regreso de Jesús es una de las creencias fundamentales de la fe cristiana. Esperamos con expectativa su venida y la manifestación de su gloria. Entonces llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en dos y les dio poder sobre los espíritus inmundos. Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica. Y les dijo: “Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de ese lugar. Si en alguna parte no los reciben ni los escuchan, al abandonar ese lugar, sacúdanse el polvo de los pies. Marcos contempla que, la comunión con el Señor le da poder a la misión, poque no se puede anunciar lo que la persona no vive. Exactamente esta comunión, nos da a conocer el carácter del discípulo, caracterizada por el seguimiento, saber escuchar, compasión por el prójimo y ahora, la misión. Luego nos dice que: “Los envió de dos en dos”. Marcos no explica el motivo sobre esta característica de enviarlos dos en dos. Algunos estudiosos, la refieren a la ‘Ley del testimonio’ que, según el Antiguo Testamento, debía ser atestiguada por dos personas (cfr. Dt 17,6; Mt 18,16). Y es muy importante saber que, el anuncio del Reino de Dios no es una actividad que se realiza como una persona solitaria, sino en la comunión de los discípulos entre sí, a partir de la comunión con Cristo.

2.       Sacudirse el polvo.

El versículo de Marcos 6:11 nos presenta algo muy valioso acerca de cómo debemos recibir y escuchar la palabra de Dios. Jesús instruye a sus discípulos: a que, si en algún lugar no son recibidos ni escuchados, deben sacudir el polvo de sus pies y salir de allí. Con dicha actitud daban un testimonio contra aquellos que los rechazaron y que no estaban dispuestos a escuchar el mensaje que Jesús y sus discípulos estaban proclamando. La idea de sacudir el polvo de los pies era algo común en la época de Jesús. Para los judíos, el polvo representaba impureza, y sacudirlo significaba deshacerse de todo aquello que los contaminaba. En este sentido, Jesús estaba diciendo que los discípulos debían deshacerse de todo aquello que los alejara de su misión de transmitir la palabra de Dios a aquellos que estaban dispuestos a escuchar. Comentario Biblia Bendita

Jesús les dio este mandato a los discípulos cuando no fueran recibidos, y ni se preste atención a sus palabras (Mateo 10:14; Marcos 6:11; Lucas 9:5). ¿Pero qué significaba el sacudirse los pies? Cuando el mensaje es rechazado o los mensajeros no son recibidos, a quién se rechaza es a Cristo, y también, al Padre (Lucas 10:16), por lo tanto, se pierde la vida eterna, con el resultado de la muerte eterna (Juan 17:3). Malaquías 4:3 dice: «Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies» El polvo debajo de los pies simboliza el estado en que los impíos se encontrarán cuando sean consumidos al fin de los tiempos. Y sacudirse el polvo de los pies simboliza que la sangre del impío no recaerá sobre el que da la amonestación (Ezequiel 33:9), sino sobre el que la rechaza, siendo finalmente reducido a cenizas (Isaías 29:20,21) Debemos quitarnos ese peso emocional o espiritual después de haber sido rechazado en vez de atender el significado literal de quitarse el polvo de los pies. La respuesta del que escucha la palabra del Señor no está bajo nuestro control. No podemos forzar a nadie a aceptar la verdad, pero si podemos mantener nuestra paz interior. Sacudir el polvo de nuestros pies nos mantiene con el enfoque del mandato de ir por todo el mundo a predicar el evangelio. Cualquier rechazo no detener nuestra misión. Tenemos que seguir adelante. al discípulo le corresponde anunciar y proclamar el Evangelio; el resultado y el juicio de la misión corresponden a Dios. En resumen, este acto tenía un significado espiritual profundo y representaba la realidad de que el pueblo no había recibido el mensaje. Jesús hizo que estas salidas revelaran una verdad espiritual y liberar a los discípulos de la culpa mientras avanzaban hacia el siguiente lugar.

Ahora Señor creo en mi corazón y confieso con mi boca que tú, Jesús, eres el camino, la verdad y la vida. Y si te rechazo veo que la consecuencia es la muerte eterna. Te ruego que tomes el control de mi vida y pido que guíes mis pasos según sea tu voluntad perfecta. Renuncio a mi antigua forma de vivir y me abro a recibir tu amor, gracia y perdón. Jesús, Yo te acepto como mi Señor y Salvador, y digo con convicción esta confesión de fe para recibirte en mi corazón.

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