Sunday Morning Service

Sermón de la Mañana #191 | VIDA SANTA



51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. 52 Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede este darnos a comer su carne? 53 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. 54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. 55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 56 El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. 57 Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. 58 Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente.

Juan 6:51-58

Pastor Jose Juarez

Notas de sermón: 

Hace años, Harry Emerson Fosdick, entonces en el apogeo de su influencia como ministro de la Iglesia Riverside, en la ciudad de Nueva York, estaba haciendo una gira por Palestina y otros países del Cercano y Medio Oriente. Fue invitado a dar un discurso en la Universidad Americana de Beirut, Líbano, donde el cuerpo estudiantil estaba compuesto por ciudadanos de muchos países y representantes de dieciséis religiones diferentes. ¿Qué se podría decir que sería relevante o de interés para un grupo tan heterogéneo y variado? Así comenzaba Fosdick: «No le pido a nadie aquí que cambie de religión; pero sí les pido a todos ustedes que se enfrenten a esta pregunta: ¿Qué le está haciendo su religión a su carácter?» Este fue un llamado a considerar uno de los grandes temas de la creencia humana: la religión y la vida, el cristianismo y el carácter, la palabra y el espíritu. Emerson dijo una vez: «Lo que eres habla tan alto que no puedo oír una palabra de lo que dices». El discurso de Jesús en todo este sexto capítulo del Evangelio de Juan tenía dos focos: el espíritu y la vida. «Las palabras que he hablado a ti se las habla al espíritu y la vida». Con esto quería decir que aquellos que se apropiaban de su espíritu, es decir, que se alimentaban de él como pan de vida, encontrarían, por lo tanto, una plenitud y satisfacción que ningún otro medio podría dar. Las tradiciones del mundo de su tiempo, por supuesto, tenían un énfasis diferente.

la palabra de Dios nos dice claramente que debemos dar importancia a la santidad en la vida de todo cristiano (Hebreos 12:14) este versículo nos enseña que sin santidad nadie verá al Señor, y lo más seguro es que nos llene de preocupación o incluso de temor en algunos cristianos, pues cuando revisamos algunas áreas de nuestra vida nos parece que no alcanzamos la santidad, y que la santidad es un estado que es imposible de alcanzar para nosotros por nuestro nacimiento en pecado.

Hay dos palabras que definen la palabra santo, en hebreo en el Antiguo Testamento y en griego en el Nuevo Testamento, estas son :Qodesh (hebreo) y Hagios (griego) y las dos exactamente tienen el mismo significado :  apartado y consagrado. Podemos decir que una persona santa o santificada es aquella que su vida la tiene apartada y consagrada para el Señor, la pregunta sería ¿Es esto una realidad hoy en nuestra vida? ¿Nos preguntamos si nuestra vida hoy presente está apartada y consagrada a Dios? Es probable que la respuesta de algunos sería un NO, o un dudoso MÁS O MENOS, a veces, estoy tratando, etc.

  1.  SER OBEDIENTE A DIOS.

La palabra de Dios nos declara la importancia de la obediencia a Dios, es algo a lo que tenemos que darle verdadera importancia en nuestra vida (1 Samuel 15:22) Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. La palabra de Dios nos enseña que la obediencia a Dios produce bendición a nuestra vida. Las prioridades en el quehacer diario de una persona son todas aquellas cosas que considera más importantes y en las que decide enfocar su tiempo, energía y recursos. Es así que como cristianos la palabra del Señor nos dice que nuestra vida no tiene que estar enfocada en las cosas del mundo, es decir que como cristianos no podemos seguir viviendo de la manera que viven los incrédulos, priorizando lo terrenal, (Colosenses 3:1-2) Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. 2Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Nos llama a que debemos vivir conforme a la nueva vida que el Señor nos ha dado (Efesios 4:17) Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente. Por lo tanto; obedecer significa ordenar nuestras prioridades poniendo como principal prioridad todo aquello que tiene que ver con el Reino de Dios (Mateo 6:33) Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. La obediencia es la actitud de renunciar totalmente a nosotros, para que en nosotros se cumpla la voluntad de Dios. La obediencia es la verdadera prueba de amor hacia Cristo y el secreto para descubrir la voluntad de Dios en nuestra vida. Algunas personas no quieren   confiar a Dios sus vidas, porque temen que Él pueda cambiar sus planes. Sus planes son infinitamente superiores a los mejores planes que nosotros pudiéramos tener. Dios tiene algo mejor para usted. Mientras le obedecemos en fe, usted será de Su agrado. Santiago 4:7 nos da unos pasos hacia la victoria: “Así que sométanse a Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes”. Lo que tenemos que hacer es sometemos a Dios, o sea, que debemos obedecer a Dios en todas las cosas, para tener victoria personal y una vida abundante. Cuando Dios nos manda obedecerle, está dándonos un principio por el cual usted debe vivir. Él está poniendo una armadura alrededor de nuestras vidas como protección del mal. Cuando desobedecemos siempre hay repercusiones terribles: vamos a sufrir sentimientos de culpa, de vergüenza y de inutilidad; vidas destrozadas, matrimonios destruidos y amargas disputas, entre otras. Aunque el pecado no podrá cambiar el amor eterno que Dios les tiene a sus hijos, interrumpe nuestra comunión con Él y nos aleja de sus bendiciones. Cuando desobedecemos nos debilitamos espiritualmente, y no podemos distinguir el bien del mal. Caemos cada vez más en las garras del pecado, y nos resulta imposible apartarnos por nosotros mismos de nuestra pecaminosidad. Debemos confiar en Él. Confíele a Dios su vida y todas sus preocupaciones. Espere en el Señor la respuesta a su problema o situación que esté manejando. Esté dispuesto a esperar o a apartarse cuando el camino frente a usted no esté claro. Deje las consecuencias a Dios.

2.       NO VIVIENDO LA VIDA PASADA O DEL MUNDO.

Puesto que el Señor Jesús murió por nuestros pecados, y cuando creímos en Él, fuimos perdonados y lavados de todos nuestros pecados. No debemos sentirnos preocupados por lo que hicimos o por quiénes éramos antes de ser salvos. Cuando fuimos salvos, llegamos a ser una persona nueva en el Señor con una vida nueva. Nacimos de nuevo con la vida de Dios. Es así como tenemos una vida nueva y por consiguiente también debemos tener un vivir nuevo. Porque si continuamos viviendo como lo hacíamos antes de ser salvos, las cosas malas que hacíamos en nuestra vida pasada nos retendrán. Para crecer en la vida cristiana, debemos poner fin a nuestra pasada manera de vivir para que ya no estemos bajo ese yugo. Antes de ser salvos, nuestra conciencia no sentía vergüenza por hacer algo pecaminoso, era insensible. Una de las cosas que sucede después de que creemos es que nuestra conciencia se sensibiliza. Muchas cosas pecaminosas no nos molestaban antes, ahora nos damos cuenta de que son pecaminosas, que son injustas o hasta inmorales. Sin tener que consultar con los demás, espontáneamente sabemos qué desagrada a Dios en nuestro vivir. En Hechos 19, el apóstol Pablo predicó el evangelio de Jesucristo a la gente en la ciudad de Éfeso. Los versículos 19 y 20 relatan lo que hizo la gente después de creer en Jesús: “Asimismo muchos de los que habían practicado la magia trajeron los libros y los quemaron delante de todos; y hecha la cuenta de su precio, hallaron que era cincuenta mil piezas de plata. Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor”.

Al leer la palabra vemos que Pablo no les dijo a los creyentes efesios: «Ahora que son salvos, deben destruir estos libros». Ellos tomaron la iniciativa no por un mandamiento de Pablo, sino como resultado de la obra interna del Espíritu Santo que vivía en ellos. La experiencia que ellos tuvieron de la salvación de Dios era fuerte y los motivó a abandonar y quemar estos libros que alguna vez fueron preciosos para ellos. Incluso no quisieron ni venderlos. Su separación absoluta de estos libros los liberó. Y el resultado de su acción fue que la palabra del Señor creció y prevaleció poderosamente. Este ejemplo de los creyentes en Efeso nos muestra que los objetos inapropiados deben ser erradicados de nuestras vidas. Las cosas que son pecaminosas o sucias —cualquier material pornográfico, uso de alguna ropa indecente, artículos relacionados con el abuso de drogas y alcohol, libros e imágenes inmorales y cosas relacionadas con la brujería y la magia— deben ser destruidas. Necesitamos limpiarnos de hasta las cosas de nuestra vida sin Dios y eso nos liberará del dominio de nuestra pasada manera de vivir.

3.       PRACTICANDO EL CARÁCTER DE DIOS.

A.W. Tozer describió el carácter como «la excelencia de los seres morales». Así como la excelencia del oro es su pureza y la excelencia del arte es su belleza, la excelencia del hombre es su carácter. Las personas con carácter se destacan por su honestidad, ética y amabilidad. Descripciones como «hombre de principios» y «mujer íntegra» son declaraciones de carácter. La falta de carácter es una falta moral, y las personas que no tienen carácter se comportan de forma deshonesta, sin ética y con poco amor. Got Question El carácter de una persona es influenciado y desarrollado por las decisiones que toma. Daniel «decidió no contaminarse» en Babilonia (Daniel 1:8), 8 Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse.

 Y esa decisión que tomó fue un paso importante para la formación de su carácter en la vida. El carácter, asimismo, influye en nuestras decisiones. (Proverbios 11:3). La integridad de los rectos los encaminará; Pero destruirá a los pecadores la perversidad de ellos.

 El carácter es importante en nuestra vida, nos ayudará a tomar fuerzas en las tormentas de la vida y nos ayudará a mantenernos alejados del pecado (Proverbios 10:9). El que camina en integridad anda confiado; Mas el que pervierte sus caminos será quebrantado.

 Dios quiere desarrollar el carácter en nosotros. «El crisol para la plata, y la hornaza para el oro; Pero Jehová prueba los corazones» (Proverbios 17:3). El carácter de un hombre piadoso es el resultado del trabajo de santificación del Espíritu Santo. El carácter en el creyente es una manifestación constante de Jesús en la vida. Es la pureza de corazón que Dios da y como resultado hay pureza en las actitudes de la vida. Dios a veces usa las pruebas para fortalecer el carácter: «Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza» (Romanos 5:3-4). El Señor se alegra cuando Sus hijos desarrollan su carácter. «tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada» (1 Crónicas 29:17; véase también el Salmo 15:1-2). Got question Dios desea formar en nosotros, aquí en la tierra, el carácter de ese Reino de Dios al cual nos estamos dirigiendo, o sea que quiere, un carácter, una conducta y una manera de vivir que sean afines con el que nos vamos a encontrar cuando entremos en el Reino eterno de nuestro Señor Jesucristo.  Dios tiene grandes expectativas en cuanto a nosotros: “Sed pues vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mt 5:48). Sólo de esta manera nuestro servicio para el Señor será aceptable y eficaz. Los creyentes en Cristo son juzgados en el Tribunal de Cristo (Romanos 14:10-12). Cada creyente dará cuenta de sí mismo, porque el Señor juzgará las decisiones que haya tomado individualmente— incluso las relativas a cuestiones de conciencia. Este juicio no está determinado para la salvación, que se obtiene sólo por la fe (Efesios 2:8-9), sino que es el tiempo cuando los creyentes deben dar cuenta por sus vidas en su servicio a Cristo. Cual sea nuestra posición en Cristo será el «fundamento» mencionado en 1 Corintios 3:11-15. 11Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. 12 Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, 13 la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. 14Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. 15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.Es de mucha importancia que lo que usemos para edificar sobre ese fundamento tiene que ser el «oro, plata y piedras preciosas» de las buenas obras en el nombre de Cristo, la obediencia y el ser fructífero — un dedicado servicio espiritual para glorificar a Dios y edificar a la Iglesia. O lo que edificamos sobre el fundamento puede ser la «madera, heno y hojarasca» que fue producida por una actividad inútil, y superficial, sin valor espiritual. El Tribunal de Cristo revelará esto. Acepte a Cristo como su salvador personal hoy y el le dará el reino de Dios.

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