Sunday Morning Service

Sermón de la Mañana #196 | PUEDE SER HOY



25 Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; 26 desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. 27 Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria. 28 Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca. 29 También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles. 30 Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca. 31 Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. 32 De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. 33 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 34 Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. 35 Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. 36 Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.

Lucas 21: 25-35

Pastor Jose Juarez

Notas de sermón: 

El pasaje de ahora es el tema de, el regreso del Señor Jesús, es una llamada de atención para estar preparados y ser conscientes de las señales del fin de los tiempos, así como para vivir nuestra vida con una perspectiva a la vida eterna y hacer el bien en todo momento.

Y Jesús nos hace un contraste de manera real cómo el mundo vivirá y experimentará ese suceso. 

El mismo Universo anunciará este gran momento, con grandes señales en los cielos, en la tierra e incluso entre las naciones. Y nos dice que: Hasta las potencias de los cielos serán sacudidas. 

Habrá una gran expectativa, aflicción, el temor llenará el corazón de las gentes. Si nos ponemos a pensar en los cambios que estamos experimentando hoy en día, noticieros, rumores de lo que ha de venir, mucha gente se llena de miedo, se desconsuela, se desesperan. Y algunos hasta toman la iniciativa pensando que pueden hacer algo por evitar los daños de cambios que ocurren en nuestro planeta. Están construyendo Bunkers o refugios, almacenan víveres, e incluso planean mudarse a otros planetas. El hombre, siempre le ha temido a estos fenómenos extremos y ahora los está viviendo. ¿Y usted como cristiano? Cuando esto suceda, ver al Señor Jesucristo venir con poder y gloria será el momento de levantarnos, porque será el tiempo de nuestra redención. En este momento histórico Lucas no es el único que nos muestra esta perspectiva. Él ve esta realidad y está convencido, como lo estamos sintiendo ahora, de que el mundo se acabará y que al final triunfará el bien sobre el mal. Pero, mientras esto sucede, tenemos mucho trabajo que realizar. Por   ejemplo, lo más importante del mensaje ahora es que no veamos el futuro, que no conocemos, sino el presente. El evangelista nos reta a que; esas palabras tienen que ver con el fin del mundo, pero debemos vivirla desde ahora. El día de mañana está demasiado lejos, el cristiano debe vivir en profundidad el ahora.

       LAS PALABRAS DE JESUS PERMANECEN PARA SIEMPRE.

Spurgeon dice: El Evangelio de Cristo no es meramente el evangelio de ayer; sino, como el propio Cristo, es «el mismo ayer, hoy y por los siglos.» No es simplemente un evangelio para esta época, o para otra, o un evangelio que, a la larga, se gastará y se hará de lado; sino que cuando esos cielos azules se arruguen como un vestido gastado, todavía el Evangelio será tan poderoso como siempre. «El cielo y la tierra pasarán,» dice nuestro Señor, «pero mis palabras no pasarán.» En estos días las palabras de Jesús quieren que meditemos alrededor de nuestras vidas, no importando la situación trágica como lo expone el texto, lo importante es que nos lleva a persuadirnos a la reflexión, nos llama a que le busquemos sentido a la vida y enfocarnos en él de forma seria, así que cuando llegue el momento de presentarnos ante el Rey, podamos mantenernos en pie, o sea que, no tengamos nada de qué avergonzarnos, nada que nos haga dudar. Y es que, en tal momento, no sabemos cómo será exactamente, pero deberíamos presentarnos transparentes a los ojos de Dios y a todo el mundo. En un instante serán reveladas públicamente todas nuestras intenciones y nuestras acciones, no quedando nada oculto. ¿Usted y yo estamos preparados para presentarnos ante nuestros hijos, cara a cara con nuestros padres, a nuestros hermanos y amigos?  ¿O nos pasará como en aquel pasaje de Génesis (3:8-11) cuando Dios busca a Adán y Eva y ellos se escondían avergonzados?  Sabiendo de qué se escondían y el por qué se escondían. El pecador se avergüenza porque tiene algo que ocultar, lo que es imposible de lograr frente a Dios, que todo lo ve y todo lo sabe. En ese día le veremos y será como revelarnos completamente al mundo, tal como somos. Es por eso que ahora procuremos estar en vela, orando en todo tiempo para tener fuerza y escapar a todo lo que está por venir, y poder estar en pie delante del Hijo del hombre. No es la vergüenza de nuestros actos la que quiere mostrarnos nuestro Señor, sino el deseo profundo y sincero de obrar de tal manera que no tengamos nada que avergonzarnos frente a Él. Cristo no quiere hablarnos de otro fin del mundo. Más bien nos abre las puertas a la esperanza. El profeta Jeremías en el capítulo 33 nos habla así: «Mirad que llegan días- en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel: suscitaré un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra. En aquellos días se salvará Jerusalén y sus hijos vivirán en paz». La mejor noticia que podía recibir un pueblo que se encontraba desolado, después de la destrucción de Jerusalén y la deportación a Babilonia era que esperaban al Mesías, que traería la paz, la justicia, el derecho, la salvación. Y Lucas se coloca en esta misma perspectiva: «Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación». Es muy cierto que el Señor usa un lenguaje apocalíptico. Pero lo hace en un contexto de esperanza y de salvación. Cristo habla de su retorno glorioso al final de los tiempos, sí; pero la esperanza es también para el «hoy» de nuestra vida presente.

2.    LOS MANDAMIENTO PRACTICOS DE JESUS.

El Maestro enseñó un maravilloso sistema de ética, y a ese sistema debemos aferrarnos con la misma tenacidad que debe caracterizar nuestra firmeza hacia las doctrinas que Cristo enseñó. Estos mandamientos que el nos dio guiaron a los primeros cristianos, y también deben guiarnos hoy en día. Para poder vivir según los principios de Jesús, es muy importante leer, estudiar e interpretar la Biblia. Porque La Palabra de Dios es una luz para nuestras vidas y nos dice cómo agradar a Dios y ser buenos cristianos.

Además de todo lo anterior, los cristianos deben orar para recibir la sabiduría y la orientación necesarias para aplicar los principios de Jesús a nuestras vidas. Estamos llamados a seguir el ejemplo de Jesús, a imitarlo y a amar a Dios y a nuestro prójimo como Él lo ha hecho.

3.       ESTE MENSAJE NOS CONCIERNE A TODOS.

Este texto también concierne a los miembros de la iglesia, personas con miedo, que de vez en cuando se asustan de que todo lo bueno esté llegando a su fin. Ahora mismo hay personas, que están muy nerviosas y con temor por lo que pueda pasar. Estas tienen miedo de que lleguen tiempos horribles. Sí, y sin duda vendrán; pero con esa actitud pecadora lo que hacen es que deshonra al poder y a la palabra de Dios.

En la historia de la humanidad Martín Lutero que no tuvo temor de la verdad de Dios. La gente se quejaba de que era muy dogmático; pero a Lutero no le preocupaba lo que decían de él; era probablemente indiferente sin importar lo que el mundo dijera. Lutero tenía un amigo muy especial entre los príncipes alemanes, y alguien le preguntó al Reformador, «Supón que te quitara su protección, ¿dónde te esconderías?» «Bajo el amplio escudo del cielo,» contestó; Lutero respondió sabiamente. El no sentía que dependiera de ningún hombre, sino sólo de Dios. (Spurgeon).   Sermon Writer lo describe así: Jesús, ahora enfoca su atención al futuro del mundo entero. En ese momento histórico se caracteriza por la llegada de ejércitos que traen destrucción (v. 20). La destrucción del templo se caracteriza por la llegada del Hijo del Hombre que trae redención (v. 27). Ambos eventos serán cataclísticos, pero la destrucción de Jerusalén será catastrófica, mientras que la venida del Hijo del Hombre será redentora. Esta parte de La venida del Hijo del Hombre es anunciada en Daniel 7:13-14. Ese capítulo describe la visión de Daniel, donde bestias terribles hacían cosas terribles. Después, el Anciano de Grande Edad (Dios) tomó juicio, destruyó las bestias, y fue acompañado por “un hijo de hombre”– una figura humana en contraste con las anteriores imágenes de bestias. A este “hijo de hombre” se le concede el “dominio eterno,” y “que el reino, y el señorío, y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo; cuyo reino es reino eterno, y todos los señoríos le servirán y obedecerán” (Daniel 7:27). La imagen es de un mundo restaurado según la intención de Dios – un final de caos y de maldad – un comienzo de paz y justicia. “Entonces habrá señales en el sol, y en la luna, y en las estrellas; y en la tierra angustia de gentes por la confusión del sonido de la mar y de las ondas” (v. 25). Cuando Jesús predijo la destrucción del templo, los discípulos preguntaron, “Maestro, ¿cuándo será esto? ¿Y qué señal habrá cuando estas cosas hayan de comenzar á ser hechas?” (v. 7). Después Jesús habló de guerras y terremotos y hambres y pestilencias y grandes señales del cielo y persecución (vv. 11-12). Esas señales señalarían a la destrucción del templo. Ahora, en versículo 25, Jesús habla de señales que señalan a la venida del Hijo del Hombre – señales cósmicas que incluyen el sol y la luna y las estrellas. Jesús describe una escena muy parecida a la que se encuentra en el libro de Daniel. La venida del Hijo del Hombre parecerá catastrófica (vv. 25-26) – y Jesús quiere decir que será catastrófica para los no creyentes – pero que traerá redención a los creyentes (v. 28). La imagen es del nacimiento de un nuevo mundo – de toda la creación en su obra. Sin embargo, esa obra dará luz a un maravilloso mundo nuevo donde la maldad terminará – donde la creación será restaurada según el diseño de Dios. Por eso es un tiempo de esperanza – de ansiosa anticipación – de alegría. “Secándose (griego: apopsuchonton – desmayarse o morir) los hombres á causa del temor y expectación de las cosas que sobrevendrán á la redondez de la tierra: porque las virtudes de los cielos serán conmovidas” (v. 26). El temor será tan intenso que la gente se desmayará. La palabra apopsuchonton también puede significar morir, por eso, parece probable que algunos se murieran de miedo literalmente. “Y entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá en una nube con potestad y majestad grande. Y cuando estas cosas comenzaren á hacerse, mirad, y levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca” (vv. 27-28). La sorpresa aquí es que las señales no solo apuntan a la destrucción inminente, sino también a la venida del Hijo del Hombre – a la redención “Y cuando estas cosas comenzaren á hacerse, mirad, y levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca” (28).  El lenguaje de Jesús nos parece extraño pero para sus discípulos, que conocen las escrituras hebreas, ése no sería el caso.

Como creyentes de Jesús, debemos reflejar su ejemplo y vivir según los valores que Él nos enseñó: amor al prójimo, respeto a Dios, compasión y servicio. Al hacerlo así, podemos vivir de acuerdo con la voluntad de Dios y ser una bendición para aquellos que nos rodean.

Acepte a Cristo como su Salvador personal ahora que es el día de Salvación.

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