Sunday Morning Service

Sermón de la Mañana #200 | TOCAN A LA PUERTA



He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.

Apocalipsis 3:20

Notas de sermón: 

Cristo llamando a la puerta. El Señor Jesús, está a la puerta y llama. Él no quiere que ninguno perezca, Él desea que todos seamos salvos. Que tengamos una vida realizada, una vida en abundancia. Él quiere darnos una vida eterna. Quién está tocando la puerta, es Jesús mismo, hablando ya en gloria en el cielo a la diestra del Padre.

“…No temas;  yo soy el primero y el último; y el que vivo,  y estuve muerto;  mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos,  amén.  Y tengo las llaves de la muerte y del Hades. Escribe las cosas que has visto,  y las que son,  y las que han de ser después de estas.” Apocalipsis. 1:17-19

Los problemas que estamos viviendo actualmente pueden tomar muchas formas: una enfermedad inesperada, un hijo con problemas de adicción, un problema legal, problemas financieros, o también situaciones que afectan al mundo entero, como una guerra o crisis política. En esos momentos, las personas se sienten desoladas y sin rumbo. La pregunta que muchos nos hacemos es: ¿cómo podemos mantener la esperanza cuando todo parece estar en nuestra contra?  La Biblia nos da una respuesta clara en Hebreos6:19: «La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo,» Este texto nos hace ver que la esperanza que está a nuestra disposición no es una idea simplemente. Es una esperanza firme, como un ancla que nos sostiene incluso cuando las dificultades de la vida nos golpean con fuerza. En Romanos 5:5, Pablo nos recuerda algo importante: «La esperanza no nos defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones.» Las personas ponen su confianza en cosas que creen que les ayudarán: el dinero, el trabajo, los amigos. Pero a veces cuando llegan las dificultades, esas cosas no nos pueden dar la paz que necesitamos. Se derrumban. Pero con el que está tocando la puerta la esperanza es diferente. No está basada en lo que nosotros como humanos podemos lograr o controlar, sino en quién es Dios. Las promesas de Dios no cambian (Números 23:19). Él es fiel, y podemos confiar en que nunca nos dejará ni nos fallará.

La palabra de Dios nos da un ejemplo con Abraham. A pesar de que todo parecía imposible —él y su esposa eran demasiado mayores para tener hijos—, pero él mantuvo su esperanza en la promesa de Dios. El apóstol Pablo nos dice en Romanos 4:18 Abraham creyó «en esperanza contra esperanza«. Eso es depender totalmente en Dios: cuando todo parece perdido, todavía podemos creer que Dios cumplirá Su promesa. Sencillamente nos está llamando Cristo. El Todopoderoso.

I.                     ¿QUIEN ES EL QUE NOS LLAMA?

En la Escritura, Cristo es representado por varias maneras o figuras.  Y ahora nos está llamando como un Redentor:

 Es representado como Redentor para salvar al hombre del pecado. Para salvar al hombre de la muerte. En la cruz el pagó la redención del alma, llama para entrar y adquirir la propiedad que él compró con su sangre, para salvarla de las destructoras manos de Satanás. «Si algún pecador abre la puerta, entraré» (cf. Ap. 3:20). Nos llama como médico, Jesús llama a los enfermos y pecadores, ofreciendo sanación espiritual y renovación. Muestra su compasión por nuestras enfermedades. En Marcos 2:17, Jesús da una descripción a sí mismo como un médico especialmente para aquellos que están enfermos espiritualmente y necesitados de sanidad. El que llama a la puerta también es Juez. Jesús declara que el Padre le ha dado la autoridad para juzgar. En Juan 5:22–23, dice, “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió”. Sí, Jesús vino al mundo para salvar a aquellos que ponen su confianza en Él (Juan 3:16), pero Su venida también trajo juicio (Juan 9:39). A través de Su muerte y resurrección, Jesús trajo juicio a Satanás (Juan 12:31–33). Además, los incrédulos serán juzgados al final por el Señor Jesús. Got Question?

 Jesús es Dios y es hombre al mismo tiempo, y se convierte en el juez perfecto. Su juicio será imparcial y perfectamente justo, (Hechos 17:31). No es como los jueces de este mundo que son pecadores y que juzgan injustamente y buscan cumplir sus propios deseos. Es todo lo contrario, Jesús afirma: «No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre» (Juan 5:30). Lo que confirma es que Jesús es un juez justo y va a dictar sentencia de acuerdo con Su sabiduría y justicia Isaías 11:3–4; 3 Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; 4 sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Apocalipsis 19:11 Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.

 Jesús transformará un mundo lleno de injusticias en un lugar de paz y seguridad. Los culpables ya no serán libres; los inocentes ya no van a sufrir: “Exhibirá tu justicia como la luz, Y tu derecho como el mediodía” (Salmos 37:6). 

II.                   ¿COMO NOS LLAMA JESUS?

Jesús llama a la puerta para que le amemos a Él, Mateo 22: 36-38. 36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento.

Jesús llama a la puerta para que compartamos el evangelio y discipular a otras personas (Mt 28:19-20 ) 19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días.

Hay otra manera como nos llama y que hay que considerar y es muy importante porque nos pide que nos enfoquemos a una forma de servicio que corresponda a nuestros dones, metas y objetivos con el propósito de entregar parte de nuestro tiempo y esfuerzo a este servicio (1 P 4:10-11). 10Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. 11 Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén. Jesús nos está llamando al arrepentimiento, pero estamos tan lejos de Él por causa del pecado que no nos damos cuenta de su llamado. A veces nos llama como médico para darnos salud. Él conoce que todos los Humanos están enfermos, y que necesitan su toque sanador. Todo el cuerpo está enfermo, el corazón, con grandes problemas, y las manos y las rodillas, se están deteriorando. De hecho, nada hay que esté sano; todo nuestro ser interiormente ha sido contaminado con el veneno del pecado. He aquí, Jesús está a la puerta. «Si algún enfermo abre la puerta, entraré a él» (cf. Ap. 3:20).

III.                 ¿POR QUE LLAMA JESUS A LA PUERTA?

Porque nos quiere dar la salvación, la vida eterna, y una vida en abundancia. Cuando alguien llama a su puerta, es porque está queriendo entrar para visitarle, o le trae algo.  Jesús está llamando a la puerta de su corazón ahora porque está queriendo perdonar sus pecados y salvar su alma del infierno. Él nos está llamando para darnos instrucciones. Él es el Maestro ungido de Dios, que puede ungir los ojos de los que abren la puerta, para que vean y comprendan cosas celestiales, la capacidad mental cegada por Satanás, puede quedar totalmente llena de la Sabiduría de Dios. «Si alguno carente de instrucción abre la puerta, entraré a él» (cf. Ap. 3:20). También nos llama como Rey para reinar. Una vida que solo piense en sí mismo, es una vida arruinada. Él llama para poder entrar de tal manera que aquella vida que él ha redimido por medio de su sangre que pueda dirigirla y controlarla para el propio bien de ella y para su gloria. Antes de abrir la puerta, nuestra alma está bajo la servidumbre y el poder del yo mismo. Pero el que toca a la puerta desea que la dirección de tu vida esté sobre sus hombros, para que no haya mala influencia en los asuntos del alma. Y aquí vemos que aunque él es «Rey de nuestras vidas», no nos obliga, sino que nos llama. «Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él» (Ap. 3:20).

También nos llama para enriquecernos. Él conoce la pobreza de aquellos que se dicen ser ricos y que piensan que nada necesitan. El que toca a la puerta es el que tiene la verdadera riqueza, y grande misericordia y su inmenso amor le han traído a tocar la puerta de tu empobrecida vida, para que seas enriquecido de su gloria. Juan dice en Apocalipsis: «Te aconsejo que de Mí compres oro refinado por fuego, para que seas rico» (Apocalipsis 3:18). Comprarás sin dinero cuando dejes entrar al que toca la puerta. «Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él» (Ap. 3:20). También nos llama como un amigo, para tener amistad. Su deseo no es únicamente salvar, sanar, enseñar y enriquecer, sino tener la comunión con todos aquellos a los que ha bendecido. Llama a la puerta del corazón porque busca admisión al afecto. Tres veces oyó Pedro esta llamada: «¿Me amas?» (Juan 21:15). Debido a que nos ama tanto, es muy celoso de nuestro afecto. Si usted ya lo ha recibido como Salvador y Rey, de seguro que compartirá el amor de su corazón y la comunión de su vida. Su amor le constriñe a llamar para que nuestro amor nos dé la capacidad a abrir, para que todo obstáculo entre el alma y Cristo sea eliminado, y así podamos tener una comunión ininterrumpida. «Si alguno oye mi voz, y abre la puerta, entraré» (Ap. 3:20). Acepte a Cristo como su Salvador personal ahora.

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