Porque todos lo que sin ley pecaron, sin ley también perecerán; y todos los que en la ley pecaron, por la ley serán juzgados.”
Romanos 2:12
By Pastor Juárez
La muerte no es el final de nuestra vida, sino una pausa en la historia de nuestra vida. No existe una entrega de amor más completa y maravillosa que la que hizo Cristo al morir por nosotros y darnos vida Eterna. Todos los méritos son de Cristo, nos dio Salvación, identidad como ser sus hijos, nuestra ciudadanía celestial, ya no le tememos a la muerte.
Bien recuerdo que en mi pueblo era costumbre, cuando un cortejo fúnebre salía de la iglesia, que la campana sonase tantas veces como años había vivido el muerto. ¡Con qué ansiedad contaba yo los tañidos para ver cuántos años podía yo seguir viviendo! Cuando sonaba setenta u ochenta veces yo suspiraba aliviado al pensar que me quedaba mucho tiempo. Pero otras veces los tañidos eran muy pocos y entonces el terror se apoderaba de mí, cuando pensaba que yo también podría, dentro de muy poco, ser apresado por aquel monstruo tan temido, la Muerte. La muerte y el juicio eran una fuente constante de espanto hasta que llegué a comprender que ninguno de los dos tendrá la menor influencia sobre un hijo de Dios. (anécdotas de Moody)
En el creyente debe existir no solamente un futuro glorioso, sino vivir un presente glorioso, hemos pasado de muerte a vida. Hagamos nuestra esa preciosa promesa de Dios: nadie nos puede quitar el gozo de su presencia.