Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.”
Romanos 1:16
By Pastor Juárez
Jesús llevó nuestros pecados sobre sí mismo, pasó por el sufrimiento del juicio de Dios, y así fueron perdonados nuestros pecados. El resultado de esta acción es el deseo de servir al Señor en lo que Él disponga en agradecimiento por lo que hizo.
En la tierra de Israel hay dos lagos, llamados mar de Galilea y mar Muerto; y un río famoso, el Jordán. Ambos lagos deben su origen al río, pero el de Galilea tiene una cualidad notable, y es que cada gota de agua que recibe es la misma que deja salir para fertilizar otros campos. Sabe que debe su vida al río y que sin él pronto desaparecería, pero también sabe que su máxima gloria está en dejar pasar el agua para que otros se beneficien. Por el contrario, el mar Muerto, absorbe toda el agua que le llega y no deja salir ni una sola gota. Allí no hay vida, está tan muerto como indica su nombre.
¿Qué nos dice esto sobre la vida cristiana? Cristo dijo: «El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.» Cristo es en nosotros como el río Jordán, una corriente de agua vivificante que nos renueva constantemente. Pero al igual que el lago de Galilea, debemos compartir sus beneficios después de habernos saciado. Nuestro Dios nos concede un río de bendiciones para que tengamos vida abundante. Nos dio a su hijo, nos da su Espíritu, nos hace el regalo de su Palabra y de su iglesia. Pero también nos pone la condición de compartirlo, de lo contrario, nos podemos transformar en el mar Muerto, que sabe recibir, pero nunca ha experimentado el gozo de compartir. Jack R. Taylor 501 ilustraciones.
Debemos alcanzar al mundo con el mensaje de libertad y salvación que el creyente ha experimentado.