Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.»
Mateo 10:22
Notas de sermón:
Este texto fue originalmente dirigido a los apóstoles cuando fueron enviados a enseñar y a predicar en el nombre del Señor Jesús. Muchos miran hacia atrás y comprueban no ser aptos para el reino. El precepto de Pablo a Timoteo es una muy necesaria exhortación para cada persona: «Sé fiel hasta la muerte» (1). No se trata de ser fiel durante un tiempo, sino de ser «fiel hasta la muerte», cosa que le permitirá al hombre decir: «He peleado la buena batalla.» El verbo original griego proskartereō en el Nuevo Testamento significa no sólo continuidad, sino firmeza; es ocuparse de modo incansable en algo. Indica constancia y firmeza en nuestras convicciones cristianas. Es mantenernos firmes en lo que hemos creído, no vacilar ante la adversidad y la tentación que se nos presentan, perseverar hasta el fin es el distintivo de un verdadero creyente. Dios cuidará de los Suyos, los guardará y los protegerá de caer en total apostasía para volver a servir como esclavos al pecado. La perseverancia del cristiano es uno de los temas de mayor importancia en la Palabra de Dios. Es la fe que cuenta para la salvación, no es la que desfallece, la que desiste y se rinde, sino la fe que persevera. Y la promesa es para aquellos, para quienes perseveren en la fe hasta el fin. Esto significa que la fe no comienza y termina en un acto, sino que tiene que ver con una constante actitud ante Dios.
I. LA PERSEVERANCIA ES LO QUE DISTINGUE A LOS VERDADEROS CRISTIANOS.
Es su señal escritural. ¿Cómo puedo conocer a un cristiano? ¿Qué dice nuestro Señor? «Por sus frutos los conoceréis» La Perseverancia de los santos según la Confesión de Fe de nuestra iglesia dice: «Creemos que son realmente creyentes solamente aquellos que perseveran hasta el fin; que su perseverante adhesión a Cristo es la gran marea que distingue a los verdaderos creyentes de los profesantes superficiales; que una providencia especial vigila por su bienestar; y que los tales son guardados por el poder de Dios por la fe que conduce hacia la salvación eterna». . La salvación es por gracia, no por obras, entonces no puede perderse. Efesios 2:8-9. El decir que uno puede perder la salvación es decir que la salvación depende de las obras de uno. Podríamos decir: » fui fiel veinte años en el Señor». Eso sería gloriarse y la palabra dice «no por obras para que nadie se gloríe». La salvación no depende de las obras pasadas, presentes o futuras. Depende de la gracia (el favor inmerecido) de Dios. Romanos 4:1-8. El hombre gana un lugar en el infierno por sus obras. Romanos 6:23; Apocalipsis 20:12-15. Pero el hombre no puede «ganar» un lugar en el cielo. La única forma en que uno puede ir al cielo es por la gracia de Dios. El hecho de que en ocasiones dudemos, no significa que nuestra fe ha perecido o se ha perdido. Recordemos el pasaje en el que Jesús llama a Pedro a caminar sobre las aguas y Pedro comienza a caminar, pero como había una fuerte tormenta, Pedro dudó, y en ese preciso momento comenzó a hundirse (Mateo 14:22-33). Así pues, Jesús nos llama a vencer, y bajo esa petición nos hace una promesa: «Y al vencedor, al que guarda mis obras hasta el fin, le daré autoridad sobre las Naciones» (Apocalipsis 2:26).
II. LA PERSEVERANCIA ES, EL BLANCO DE TODOS NUESTROS ENEMIGOS ESPIRITUALES.
Tenemos muchos adversarios. ¡Miren al mundo! siempre dando de puñaladas a la perseverancia del creyente. Sin embargo, la biblia claramente enseña que «nacemos de nuevo» por el Espíritu Santo, y eso se evidencia cuando venimos a Cristo por medio de la fe. Todos los que han «nacido de nuevo» tiene seguridad eterna y perseverarán. La doctrina de la perseverancia de los santos se fundamenta en la siguiente promesa: «el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» (Filipenses 1:6) y en la declaración de Jesús de que «todo lo que el Padre me da, vendrá a mí» y «que de todo lo que me diere, no pierda yo nada» (Juan 6:37, 39). Santiago, quien nos advierte que debemos ser «hacedores de la palabra y no tan solamente oidores», nos dice porque quienes oyen, pero no hacen, «se engañan a sí mismos». «Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella…éste será bienaventurado en lo que hace» (Santiago 1:25). El sentido aquí es que el cristiano que persevera en la piedad y en las disciplinas espirituales, será bendecido en el simple acto de perseverar. Cuanto más podamos perseverar en la vida cristiana, más Dios nos concederá Sus bendiciones, lo que nos permitirá seguir perseverando. El salmista nos recuerda que existe una gran recompensa por perseverar en la vida cristiana. Si guardamos los mandamientos de Dios, hay un «gran galardón» para nuestras almas (Salmo 19:11), paz en nuestra mente, una clara conciencia, para dar al mundo un testimonio más fuerte que las muchas palabras.
III. SI PERSEVERAMOS VEREMOS LA GLORIA DE CRISTO.
El hecho de que haga que todo Su pueblo persevere hasta el fin, es grandemente para Su honra. Si apostataran y perecieran, cada oficio, y obra, y atributo de Cristo sería manchado en la inmundicia. La perseverancia es algo que el mundo casi desconoce. La cultura actual, con su enfoque en la satisfacción carnal, no da lugar a practicar o a desarrollar la perseverancia. Sin embargo, El Señor, nos enseña que la perseverancia es indispensable en la vida. Es muy tentador en la vida cristiana, después de haber vivido por algunos meses o algunos años como creyentes, quitar la mirada de nuestra meta, el Señor Jesús. Podemos pensar que ya hemos corrido muy duro, y es hora de descansar un rato. La perseverancia es clave para triunfar espiritualmente. Si no seguimos corriendo, no triunfaremos en la carrera. Si dejamos de mirar a Cristo, el autor y consumador de nuestra fe, es posible que no ganemos la carrera.
Si te has empezado a desanimar, si has dejado de correr la carrera, todavía hay tiempo. Ponte en el camino de Dios. Tenemos que perseverar en la fe para recibir lo que Dios nos ha prometido. Si quiere triunfar, no deje de perseverar. Es la clave para el triunfo en lo espiritual, en el servicio a Dios y en la vida social. Pablo le escribió a su hijo en la fe Timoteo, desde la cárcel, que no olvidara su llamado en Jesús, que soportara las aflicciones, que hiciera obras de evangelista:
«Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio» (2 Timoteo 4:5)
Pablo sabía que cumplir un ministerio requería inmensa perseverancia y una gran capacidad para soportar las aflicciones.
La exhortación para los cristianos de hoy, consiste en soportar el sufrimiento por causa de la Palabra de Dios, y seguir como buenos soldados de Cristo, el supremo llamamiento hasta el fin. Entregue su vida a Cristo hoy y podrá gozar el Reino de los cielos.
