Sunday Morning Service

Sermón de la Mañana #169 | LA TRANSFIGURACION



1Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; 2 y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. 3 Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él. 4Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. 5Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd. 6Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor. 7Entonces Jesús se acercó y los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis. 8Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo.

Mateo 17:1-8

Pastor Jose Juarez

Notas de sermón: 

En Mateo 16:28 (y en Marcos 9:1 y Lucas 9:27) Jesús afirmó que antes de que ellos murieran, algunos de sus discípulos verían a Jesús “viniendo en Su Reino”. Esta promesa fue cumplida cerca de una semana después en una visión descrita en Mateo 17:1-9 (Marcos 9:2-10; Lucas 9:28-36).

Se conoce como la transfiguración de Jesús al momento en el que el aspecto físico de Jesús cambió por unos instantes. Según el relato bíblico, su rostro resplandeció como el sol y su ropa se volvió blanca como la luz. A su lado aparecieron Moisés y Elías. Esto ocurrió en un lugar apartado, en una montaña alta, y en presencia de tres de sus discípulos: Pedro, Santiago y Juan. Algunos señalan que este suceso ocurrió en el Monte Tabor, otros indican que fue en el Monte Hermón. En Mateo, sólo podemos apreciar que Dios les habló a los discípulos, quienes se postraron delante de la presencia de Dios. Por su parte, Lucas nos señala que estaban orando y que la conversación que se daba entre Jesús, Moisés y Elías era sobre la pronta muerte de Jesús en la cruz. Moisés representa a todos los creyentes que murieron después de la resurrección de Jesús y que serán resucitados en la Segunda Venida de Cristo, por lo tanto, entrarán en el milenio (1 Tesalonicenses 4:13-16; Filipenses 3:20-21). La pregunta es por qué Moisés representa a este grupo y la respuesta es porque Moisés murió. También representa a la Ley. La presencia de Elías representa a todos los creyentes que entrarán en el milenio sin ver la muerte. Es decir, son aquellos que serán arrebatados como fue llevado Elías al cielo sin experimentar la muerte (1 Tesalonicenses 4:17; 1 Corintios 15:51-53). Asimismo, representa a los profetas, entonces la Ley y los profetas deben darle paso al Mesías. (Postposmo)

Los apóstoles están representando al remanente judío que es fiel al Señor y que entrará al milenio con nuestro Señor Jesucristo. Este remanente será salvo. El profeta Ezequiel anunció esto (Ezequiel 37:21-28; 21 y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra; 22 y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos. 23 Ni se contaminarán ya más con sus ídolos, con sus abominaciones y con todas sus rebeliones; y los salvaré de todas sus rebeliones con las cuales pecaron, y los limpiaré; y me serán por pueblo, y yo a ellos por Dios. 24 Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor; y andarán en mis preceptos, y mis estatutos guardarán, y los pondrán por obra. 25Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres; en ella habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David será príncipe de ellos para siempre. 26 Y haré con ellos pacto de paz, pacto perpetuo será con ellos; y los estableceré y los multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellos para siempre. 27 Estará en medio de ellos mi tabernáculo, y seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. 28 Y sabrán las naciones que yo Jehová santifico a Israel, estando mi santuario en medio de ellos para siempre.

Romanos 11:25-26) La restauración de Israel 25 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; 26 y luego todo Israel será salvo, como está escrito:

Vendrá de Sion el Libertador,

Que apartará de Jacob la impiedad.

Las tres enramadas

Cuando Pedro se refiere a crear tres enramadas para Cristo, Moisés y Elías se refiere a las fiestas de los Tabernáculos, lo que simboliza una nueva era en el reinado de Dios.

La nube

Por otro lado, nos encontramos con la nube, que representa la divinidad que tenía Jesús para poder entrar en ellas y conversar con Elías y Moisés.

Por último, entendemos el vínculo estrecho que existía entre la transfiguración de nuestro Señor Jesucristo y la confesión que hace Pedro en Cesarea de Filipo. Nos muestra que el Mesías, Jesús de Nazaret, debía sufrir, pero que al final de los días su cuerpo sería glorificado.

No solamente por medio de la resurrección, sino por la ascensión y su Segunda Venida. Era necesario que el Salvador realizara la transfiguración delante de estos tres apóstoles, ya que, por medio de este fenómeno, les mostró la seguridad de las cosas buenas que se nos están prometiendo a lo largo de las Santas Escrituras.

Las manifestaciones de Dios nunca son sin propósito. La transfiguración tuvo varios propósitos. Vamos a mirar a algunos de ellos.

I.                     Era para identificar la Divinidad de Cristo.

En la transfiguración Jesús dio muestra de su divinidad y mostró su gloria. Para Jesús, era importante que sus tres discípulos más cercanos tuvieran claro que él no era simplemente un buen hombre o un gran profeta. Permitió que Pedro, Santiago y Juan presenciaran ese momento para que pudieran entender quién era él en realidad: Dios hecho hombre. Él es Dios encarnado, Dios todopoderoso, y es en él que tenemos puesta nuestra confianza de vida eterna. Él vive, y moraremos con él por toda la eternidad.

La Transfiguración de Jesús nos invita a transfigurar el dolor, el conocimiento y todo lo que es mundano para que caminemos hacia la santidad.

Los discípulos deseaban que la gloriosa visión que estaban experimentando continuara. Pero esa visión era transitoria. Pedro no pudo continuar con tal petición porque fue interrumpido por un fenómeno cósmico: una luz brillantísima y una voz divina que hablaba de Jesús diciendo: «Éste es mi Hijo amado, …en quien tengo complacencia. escúchenlo». Que la religión de Cristo no era una secta nueva que no tiene nada que ver con los santos del Antiguo Testamento. Que el ministerio de Cristo era una continuación de lo que Dios había hecho por medio de hombres como Moisés y Elías. “¡A Él oíd!” – muestra claramente que la Ley y los Profetas deben cederle el paso a Jesús. Aquel que es el nuevo camino vivo que reemplaza el antiguo; Él es el cumplimiento de la Ley y las incontables profecías en el Antiguo Testamento. También, en Su forma glorificada, ellos vieron un atisbo de Su futura glorificación y entronización como Rey de reyes y Señor de señores.

II. Era una manifestación de la naturaleza divina de Cristo.

Los discípulos nunca olvidaron lo que sucedió ese día en el monte y sin duda este fue el propósito. Juan escribió en su evangelio, “Y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.” (Juan 1:14). Pedro también escribió sobre ello, “16Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. 17Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. 18Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo.” (2 Pedro 1:16-18). Aquellos que fueron testigos de la transfiguración, testificaron de ello a los otros discípulos y a incontables millones a través de los siglos. Que él era más que un hombre. Era su naturaleza divina que resplandecía. Él estaba en la presencia de su Padre. La cara de Moisés resplandeció cuando él descendió del monte. Él también había estado en la presencia de Dios. Los discípulos de Jesús necesitaban esta manifestación para confirmar su fe.

En la transfiguración Cristo nos muestra también lo que somos en Él. Cristo vino para dar a todo hombre que cree en Él una nueva vida, una nueva naturaleza, una naturaleza espiritual. 2ª Pedro 1:4, “somos participantes de la naturaleza divina.” Esa “naturaleza divina” es la misma naturaleza de Cristo. 2ª Corintios 5:17 – “De modo que, si alguno está en Cristo, NUEVA CRIATURA es.”  Gálatas 2:20 – “y ya no vivo yo, más CRISTO VIVE en mí.” Romanos 13:14 – – “vestíos del Señor Jesucristo.” “En contraste a nuestra naturaleza humana, vieja, y pecaminosa, esta vida de Cristo en nosotros se llama EL HOMBRE NUEVO. Colosenses 3:10, “y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno.” Efesios 4:24, “Y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

III.                 Era una manifestación del reino futuro de Dios.

En estos momentos la transfiguración nos dice que: el Reino de Dios se proclama como un contraste con los reinos del presente, pretende mostrar la resistencia y esperanza de un pueblo que sufre y se refiere a una intervención futura y liberadora de Dios, que cambiará la historia. El que ve a Jesús en la transfiguración, se transforma

en la medida que se detiene a conocer a Jesús. Se va reflejando en él lo que va contemplando, y va reflejando en su vida lo que va

contemplando. Igual no nos damos cuenta, pero se va cambiando.

“el hombre es lo que mira”, aquello en lo que

fija su atención, en eso poco a poco se va transformando. Ya sabemos lo que en nuestra cultura se mira: se mira la televisión. Se miran esos modelos de cultura que se nos están poniendo.

Si contemplamos telebasura en eso nos transformamos, aunque no nos demos cuenta.

Si nos pusiésemos ante Jesús como nos ponemos frente al televisor, que no nos quepa duda que nos

transformaríamos en eso que contemplamos. “Dime donde pones tus ojos y te diré que es lo que refleja tu vida”.

Hay una llamada muy importante en la espiritualidad de la Transfiguración. Estamos llamados a ser transformados,

aunque a nosotros nos parezca muy difícil, Dejemos eso al

Señor, usted contemple su Gloria, contemple su rostro y El hará ese trabajo de transformación interior.

Contemplando a Cristo nos hacemos semejantes a El, nos “conformamos” a El. Permitimos que su mundo, sus objetivos, sus sentimientos se impriman en nosotros; que sustituyan a nuestros pensamientos, a nuestros objetivos. Contemplar a Jesús no lo olvidaremos nunca. La transfiguración nos debe llenar de gozo, ya que en ella vemos nuestra redención, prometida y cumplida, y anticipamos nuestra gloria futura junto a Jesús, nuestro Señor y Salvador. Unidos a Él por medio de la fe, nosotros también somos hijos de Dios, en quienes el Padre se complace. 20Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; 21el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.  Filipenses 3:20-21.

La transfiguración nos da la seguridad de que cuando ponemos nuestra fe en Cristo Jesús, la fe está puesta en Dios mismo. Él es el único que puede salvarnos.

También nos da la esperanza de que un día tendremos parte en su reino. Todo esto es para los que han puesto su fe en Jesucristo. Si usted no ha aceptado a Cristo como su Salvador personal, hágalo hoy mismo.

  

                             

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