Sunday Morning Service

Sermón de la Mañana #171 | ¿POR QUE DEBEMOS LLEVAR UNA CRUZ?



31Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días. 32Esto les decía claramente. Entonces Pedro le tomó aparte y comenzó a reconvenirle. 33Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. 34Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. 35Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. 36Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? 37¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? 38Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.

Marcos 8:31-38

Pastor Jose Juarez

Notas de sermón: 

El Imperio Romano castigaba a criminales condenados llevando su propia cruz hasta el lugar de la crucifixión, cargar una cruz significaba llevar su instrumento propio de ejecución mientras se enfrentaba a la burla en el camino a la muerte. Por lo tanto, «Toma tu cruz y sígueme» significa estar dispuesto a morir para seguir a Jesús.

La gente ha malinterpretado lo que dijo Jesús respecto a llevar la cruz. Muchas personas interpretan «cruz», como parte de la carga que deben llevar en su vida: una relación tóxica, un trabajo pesado, una enfermedad física. Y casi como con orgullo, dicen, «Esa es mi cruz que tengo que llevar.» Pero dicha interpretación no es lo que Jesús quiso decir cuando dijo: «Toma tu cruz y sígueme.»

Cuando Jesús llevó su cruz hasta el lugar para ser crucificado, nadie pensaba en que la cruz era un símbolo de llevar una carga. Para una persona en ese tiempo, la cruz significaba un pensamiento funesto: la muerte de la manera más dolorosa y humillante que un hombre podía sufrir. Por lo tanto, «Toma tu cruz y sígueme» significa estar dispuesto a morir para seguir a Jesús.

Significa lo mismo que «morir a sí mismo.» Es un concepto serio a la entrega absoluta. Cuando Jesús mandó a llevar la cruz, Él nos dijo: 35Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. 36Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? A pesar de que el llamado es doloroso, la recompensa es valiosísima.

I.                    Pedro le tomó aparte y comenzó a reconvenirle.

Pedro no comprendía la necesidad de la cruz. Y seguramente, los otros discípulos también pensaban lo mismo, aunque no llegaran a expresarlo. Y así es también con la mayoría de los hombres. Pablo decía que «la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios» (1 Co 1:18). Es lamentable que queremos seguir a Jesús sin una cruz, queremos que todo sea perfecto, que no haya problemas ni obstáculos, pero seguir a Cristo tendrá que soportar dificultades diarias, la cruz se refiere a la muerte, es decir: Morir a nosotros mismos y para morir a nosotros mismos necesitamos pasar por situaciones que nos ayuden a hacerlo. Llevar una cruz es estar consciente de que nuestra vida ahora le pertenece a Cristo, el Apóstol Pablo lo dijo de esta manera: 20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Gálatas 2:20

La mayoría de nosotros queremos llevar una cruz que sea lo menos incomoda, y rehusándonos a que nuestro antiguo yo sea crucificado, siempre queremos justificar nuestras malas actitudes aduciendo que “no somos perfectos”, pero la consigna de una vida cristiana es llevar una cruz, es crucificar nuestro antiguo hombre para dar paso a que Cristo gobierne totalmente en nosotros. Tenemos que seguir a Jesús, pero antes debemos tomar nuestra cruz. La muerte de Cristo solamente será de valor para los que están dispuestos a morir al pecado y al yo. “Si alguno quiere ser seguidor de Jesús, debe de desechar el yo, y aceptar seriamente el dolor, las pruebas y la persecución por su causa, y entonces es cuando se llega a ser un discípulo de Jesús.

II.                  Jesús reprende a Pedro. ¿Estamos dispuestos a hacer lo que Cristo nos pide?

Aun llenos de buenas intenciones como Pedro, llegamos algunas veces a cometer horribles equivocaciones. Y el hecho de haber salido bien de algunas circunstancias, debemos siempre estar en vigilia, porque como vemos, Satanás no descansa, y nosotros somos muy débiles, más de lo que nos creemos.

Veamos la razón por la que Jesús llamó a Pedro Satanás. Pedro estaba poniendo sus propios intereses por encima de los de Dios. Pedro, como el pueblo judío; deseaba que Jesús fuera su rey terrenal y no entendía que el plan de Dios era mucho más grande que eso. Jesús sabía que el camino hacia la salvación requería su muerte y resurrección, y Pedro estaba tratando de impedir que eso sucediera. Como creyentes en Cristo debemos poner a Dios primero en nuestras vidas y estar dispuestos a seguir su voluntad, incluso si eso significa sacrificio y dificultades. Tendríamos un problema grave si Pedro hubiera tenido éxito en persuadir a Jesús de no ir a la cruz, todo el plan de redención de Dios se hubiera venido abajo. Hubiera fracasado como adán y Eva. No importaba si Pedro lo hubiera entendido o no, él plan de Satanás era un intento de poner en riesgo el destino eterno de toda la humanidad. Cuando nos aferramos firmemente a la vida y comodidad en este mundo, corremos el riesgo de perder la vida real que Dios desea darnos. El camino hacia la gloria, para Jesús y para nosotros, no puede evitar la Cruz. El sufrimiento nunca es el final de la historia para aquellos que están con Jesús. Debemos estimar que una vida fuera de hacer la voluntad de Dios, no es vida real. De hoy en adelante usted y yo necesitamos revisar todo el tiempo lo que decimos o pensamos. El diablo está  atento a nuestra actitud y pone en nuestra boca pensamientos y palabras que pueden parecer “buenas” pero que son demoníacas. Que el Espíritu Santo nos ayude a discernir entre la voz del Espíritu y la de Satanás.

III.                No pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. ¿Estamos dispuestos a perder todo lo material, pero salvar nuestra alma?

Como humanos no logramos ver la gravedad del pecado y cómo éste nos aleja de Dios. Así que, mientras que para Dios es fundamental solucionar este problema en primer lugar, en cambio, los hombres ni siquiera logran ver que sus pecados puedan ser un obstáculo para participar del reino de Dios. Jesús hace un ferviente llamado a que sus discípulos siempre estén dispuestos a perder sus vidas por amor a la causa de Cristo: 36Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? 37¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Marcos 8:36-37 pone al hombre ante una elección que él mismo debe tomar, y Dios no la quiere hacer por él. El Señor en su infinito y tierno amor estimula al hombre para que haga una elección correcta. Todo aquel que piensa solamente en su propio bienestar, comodidad, popularidad, prestigio, vanidad, etc., carece de amor, de abnegación. Aquí el amor es lo que hace que el alma se amplíe, comparta riquezas, haga provecho, tenga gozo. El amor por el Señor es capaz de hacer esto, extendiendo el amor a sus hijos, a su causa, a su reino, en un sentido total aun el amor al enemigo para que pueda ser salvo. Usted se ha puesto a pensar ¿Cómo está su relación con Jesucristo? ¿Usted se ha rendido realmente al Señor? ¿Lo conoce realmente? ¿Usted ha tomado su cruz y le sigue? El problema es que aun siendo cristianos nuestra relación con el Señor está muchas veces muy fría, o distante. La muerte de Cristo solamente será de valor para los que están dispuestos a morir al pecado y al yo. Algunos cristianos llegan a la iglesia, solamente porque digan que están cumpliendo con lo que dice la escritura, pero llega a criticar a los hermanos, o critica al predicador, porque creen que ellos saben más que el predicador, que están mejor preparados del que está predicando, o sencillamente, nos hemos enfriado tanto que ya no nos toca el corazón. Negarse a sí mismo implica renunciar al viejo yo. Una persona que se niega a sí misma renuncia a toda confianza en lo que es por si mismo, y para su salvación depende únicamente de Dios. Ya no trata de moverse por sus propios intereses egoístas, sino que se ha involucrado completamente en la causa de promover la gloria de Dios en su propia vida y para los demás. Gálatas. 2:20: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, sino Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo en fe, la fe que es en el Hijo de Dios, quien me amó y se dio a sí mismo por mí”. Negarse a sí mismo significa sujetarse a la disciplina de Cristo. Para estar cerca de Jesús, debemos ser partícipes de su santidad, estar separados con Él, acepte a Cristo ahora como su salvador personal y participar de esa nueva fuente de vida espiritual.

  

                             

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