Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo, para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
1 Juan 1:9
By Pastor Juárez
Muchas personas viven sin esperanza, porque creen que; en las iglesias, hay gente hipócrita y son muy pecadoras. Y no quieren acercarse a Dios quien les ofrece Salvación por medio de su hijo Cristo Jesús. Y tratan de escuchar al enemigo de las almas y no quieren que se conozcan sus propios pecados y continúan viviendo en medio de un mundo de pecados.
A nadie le gusta quedar mal ante uno mismo. Cuando un hombre se ha fracturado el brazo, el médico tiene que descubrir el sitio exacto en que se encuentra la fractura. Empieza a tocar y a apretar suavemente con los dedos. – ¿Es aquí? – No, doctor. – ¿Aquí? – No. Pero después de un rato, el médico toca una parte. – ¡Ay! – dice el enfermo. Es que ha sido descubierto el lugar afectado, y duele. Una cosa es escuchar a un predicador que ataca los pecados de los demás. Los hombres escuchan con grandes aplausos, e invitan a otros a escuchar la predicación. Pero tan pronto como el predicador empieza a hablar de los pecados de ellos, diciéndoles como Natán a David, «Tú eres el hombre,» ya no les agrada más el sermón. Es que el predicador ha puesto el dedo en la llaga. (Moody) Editorial Moody.
Debemos dejar de tratar al pecado suavemente. Dejemos de minimizar el pecado y ataquémoslo como lo que es. Debemos abstenernos del pecado porque sino lo hacemos, llegará el día en que tendremos nuestra paga (Rom. 6:23) que es la muerte.
Acerquémonos al Señor y pidámosle que perdone nuestros pecados.
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