Y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él. Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado. Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.»
1 Juan 3: 22-24
Notas de sermón:
Vamos a decirle a toda persona presente, quienquiera que sea, que si busca sinceramente la
misericordia de Dios por medio de Jesucristo, la tendrá. Cualquiera que hubiera sido tu condición
previa de vida, si ahora busca el rostro de Dios, a través de Jesús, podrá encontrarlo. Si el Espíritu
Santo le ha enseñado a orar, no lo dude más, apresúrese a la cruz, y reciba el descanso en Jesús
para su alma culpable. No sé de ningún requisito previo para la primera oración del pecador,
excepto la sinceridad. Muchos se preguntan por qué las oraciones que hacen no son contestadas.
Algunas personas hasta dejan de orar, pues sienten que sus oraciones no son escuchadas.
Pueden existir varias razones por las que Dios no esté respondiendo nuestra oración. Quizás haya
algo en nuestra vida que nos esté impidiendo escuchar su voz, o que no le hayamos estado
pidiendo de acuerdo a su voluntad. Sin embargo, una de las razones más comunes es que la
persona no ha orado al único Dios verdadero, sino que ha elevado su clamor a un dios que ha
imaginado en su mente, de acuerdo a sus propias preferencias y deseos. El primer elemento
esencial para una oración eficaz es que ésta debe ser dirigida al único Dios verdadero.
I. EL PODER DE LA ORACION.
la idea de que el poder es inherente a la oración es muy popular. De acuerdo a la Biblia, el poder
de la oración es, simplemente, el poder de Dios, quien escucha y responde a nuestras oraciones. El
poder de la oración viene de DIos que escucha y contesta nuestra oración. Uno de los primeros
resultados de nuestra permanente unión con Cristo será la práctica constante de la oración:
«Pedid.» Si otros no buscan, ni llaman, ni piden, ustedes al menos sí deben hacerlo. Los que
permanecen alejados de Jesús no oran. Aquellos en quienes la comunión con Cristo está
suspendida, sienten como si no pudieran orar; pero Jesús dice: «Si permanecéis en mí, y mis
palabras permanecen en vosotros, pedid.» La oración brota espontánea en aquellos que
permanecen en Jesús. Las almas que permanecen en Jesús inician el día con oraciones; la oración
los rodea como una atmósfera durante todo el día; en la noche se duermen orando. Dios siempre
escucha las oraciones, responde a las oraciones y se mueve en respuesta a las oraciones. ¿Por qué
los primeros Cristianos tenían tal poder? La respuesta se da en Los Hechos 4:24, “alzaron
unánimes la voz a Dios” Las oraciones de Elías nos dan uno de los ejemplos más importantes del
poder de la oración en el Antiguo Testamento. Elías oró y no llovió durante tres años y seis meses.
“Y volvió a orar, y el cielo hizo llover.” Esto lo registra Cristo en Lucas 4:25. La lección es clara, “La
oración eficaz del justo puede mucho.” Podríamos decirlo así, “La oración ferviente del justo tiene
gran poder y resultados maravillosos.” Elijah no era un hombre perfecto. Estaba “sujeto a pasiones
semejantes a las nuestras” (versículo 17). Pero él era un “hombre justo.” ¿Por qué? ¡Porque creyó
y obedeció a Dios!
II. PERDIENDO EL PODER DE LA ORACION.
Es posible que en el pasado usted se haya decepcionado porque sus oraciones no
fueron contestadas. Saber exactamente cómo y cuándo orar, según la naturaleza
de nuestras necesidades, es lo que produce los resultados deseados, debemos
apelar a Dios para satisfacer solamente deseos legítimos. No somos los dueños de
nuestro destino, ni individualmente, ni en sociedad. ¿Cómo podemos jactarnos de
controlar nuestro destino cuando un virus puede paralizar a decenas de miles? Hay
un solo poder que puede cambiar el curso de la historia, y es el poder de la
oración: la oración de hombres y mujeres que creen en Cristo y reverencian a Dios.
Muchas personas oran solo en tiempos de crisis, peligro o incertidumbre. Cristo les
enseñó a sus seguidores que oraran siempre. Tan fervientes y tan directas eran las
oraciones de Jesús que una vez, cuando Él había terminado de orar, sus seguidores
se acercaron a Él y le dijeron: “Señor, enséñanos a orar” (Lucas 11:1). Jesucristo
murió para hacer que esta comunión y esta comunicación con el Padre fueran
posibles. Hemos perdido el sentido del poder de la oración ¡Qué maravilloso sería
si todos nosotros hiciéramos uso del privilegio de orar. La Biblia dice: “Oren sin
cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). Este debería ser el lema de todo seguidor de Cristo
Jesús. Nunca deje de orar, por oscuro y desesperante que parezca su caso. Muchas
veces, cuando vamos a orar, nuestros pensamientos divagan. Insultamos a Dios al
hablarle con nuestros labios mientras nuestro corazón está lejos de Él.
III. COMO DEBEMOS ORAR.
Dios puede derrotar a cada uno de los enemigos de su alma y defenderlo a usted de todo
peligro. Nada es imposible para Él. No hay tarea demasiado ardua, no hay problema
demasiado difícil, no hay ninguna carga demasiado pesada para el amor de Dios. Él conoce
completamente el futuro, con sus miedos y sus incertidumbres. Acuda a Él y diga, junto
con Job: “Mas él conoce mi camino; me probará, y saldré como oro” (Job 23:10, RV60).
Las oraciones deben nacer del corazón y ser sinceras; no deben decirse de
memoria ni repetirse de forma mecánica. La oración debe ser una conversación
sencilla con Dios, hablarle, escucharlo, estar en su presencia. Incluye compartir
sus pensamientos, sentimientos, dudas, problemas, quejas, esperanzas y alegrías.
Implica la confesión de nuestros pecados, adorar a Dios. Comprometernos a
obedecerlo, darle gracias, pedir por uno mismo y por los demás y ponernos a su
disposición.
Cuando oramos verdaderamente, como personas, en la totalidad de nuestro
carácter, nos relacionamos a Dios como persona, en la totalidad de su carácter.
Por tanto, todo lo que pensamos o sentimos en cuanto a Dios se vuelve expresión
en nuestra oración. Es solo natural que Dios se deleite en tal actividad y ponga
tanto énfasis en ella en su relación con nosotros.
Si no sabe cómo orar, comience ahora mismo diciendo: “Dios, ten misericordia de mí, que
soy pecador”. Pídale a Dios que perdone todo su pecado, transforme su vida y lo convierta
en una persona nueva. Él puede hacerlo hoy mismo como respuesta a una sencilla oración.
Entregue su vida a Cristo y acéptelo como su Salvador personal, oro para que usted pueda
dar ese paso.