Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.
Salmo 73:26
By Pastor Juárez
La Escritura nos dice: que Jesús tenía una naturaleza humana y una voluntad humana, pero que venció y nunca pecó. Como creyentes esto es de suma importancia para nosotros. Jesús fue concebido en el vientre de su madre María mediante la acción milagrosa del Espíritu Santo y sin padre humano. «El nacimiento de Jesús, el Cristo, fue así: Su madre, María, estaba comprometida para casarse con José, pero antes de unirse a él, resultó que estaba encinta por obra del Espíritu Santo» (Mt 1: 18).
Como Dios había prometido que la «simiente» de la mujer (Gn 3:15) destruiría al final a la serpiente, hizo que esto sucediera mediante su poder, no por medio del esfuerzo humano. (Wayne Grudem) Porque el cuerpo de Cristo no muere y es llamado a la Vida eterna para unirse o sentarse a la derecha del Padre. Jesús tiene un cuerpo, un cuerpo como el nuestro con todas sus limitaciones, pero es concebido sin pecado. La importancia para el creyente es que tendrá un cuerpo celestial como el «cuerpo glorioso» de Jesús (Filipenses 3:21 Él será por siempre el Hombre-Dios. Pablo nos dice que «somos transformados a su semejanza» (2ª Co 3: 18), y de esa forma vamos progresando hacia la meta para la cual Dios nos salvó, de que seamos «transformados según la imagen de su Hijo» (Ro 8:29).
La vida de Jesús puede revelarse en los cuerpos que Dios ha dado para todo creyente.
Bendiciones hermana.
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