Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.
Juan 14:16-17
Notas de sermón:
Desde el mismo principio de la creación tenemos una indicación de que la obra del Espíritu Santo es la de completar y sostener lo que el Padre ha planeado y lo que Dios el Hijo ha empezado. Del mismo modo, Dios le profetizó a Jacob por medio de Isaías: «Regaré con agua la tierra sedienta, y con arroyos el suelo seco; derramaré mi Espíritu sobre tu descendencia, y mi bendición sobre tus vástagos» (Isaías 44: 3). Por otro lado, la salida del Espíritu Santo eliminaba las bendiciones de Dios en el pueblo: «Pero ellos se rebelaron y afligieron a su santo Espíritu. Por eso se convirtió en su enemigo, y luchó él mismo contra ellos» (Isaías 63: 10). No obstante, varias profecías del Antiguo Testamento predijeron un tiempo cuando el Espíritu Santo vendría en una plenitud mayor, un tiempo cuando Dios haría un nuevo pacto con su pueblo. Y en Pentecostés, con el comienzo de la nueva creación en Cristo, es el Espíritu Santo el que viene a la iglesia con gran poder Hechos 2:4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
I. JESUS Y EL ESPIRITU SANTO
El Espíritu Santo y el ministerio de nuestro Señor Jesucristo está directamente relacionado. La obra del Espíritu Santo como la conocemos en el Nuevo Testamento es un cumplimiento de la obra del Mesías al establecer el Nuevo Pacto. Pedro lo dice en Hechos 2:32-33: “A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que, exaltado a la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.” Jesús prometió, antes de ser crucificado, que Él enviaría al Espíritu Santo como el Consolador, para guiar y morar con y en Su pueblo (Juan 14:16-17). De manera que, por el evangelio, por el cumplimiento del ministerio del Mesías (la redención en la cruz, la resurrección y la glorificación) la obra del Espíritu Santo es una realidad hoy. La labor del Espíritu Santo es la de glorificar al Mesías, guiar a las personas a creer en Jesucristo, y exaltarlo a Él como la única esperanza de salvación. Wayne lo explica así: La obra habilitadora del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento la vemos por primera vez y de una forma más plena en el ungimiento y habilitación de Jesús como el Mesías. El Espíritu Santo descendió sobre Jesús en su bautismo (Mt 3:16; Marcos 1:11; Lucas 3:22). Juan el Bautista dijo: «Vi al Espíritu descender del cielo como una paloma y permanecer sobre él»).
Por tanto, Jesús fue al desierto para enfrentar las tentaciones «lleno del Espíritu» (Lc 4:1), y después de las tentaciones, al comienzo de su ministerio: «Jesús regresó a Galilea en el poder del Espíritu» (Lc 4: 14). Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor. Cuando se levantó para predicar en la sinagoga de Nazaret, declaró que se había cumplido en él la profecía de Isaías: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres.
Me ha enviado para proclamar libertad a los presos y dar vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año del favor del Señor» (Lc 4: 18-19). El poder del Espíritu Santo se pudo ver en la vida de Jesús en los milagros que empezó a hacer, como el expulsar demonios con solo una palabra y la curación de todos los que acudían a él (Lc 4:36, 40-41). Y estaban todos maravillados, y hablaban unos a otros, diciendo ¿Qué palabra es esta, que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen? El Espíritu Santo estaba complacido de morar en Jesús y de habilitarle, porque se deleitaba en la absoluta pureza moral de la vida de Jesús. En el contexto de hablar acerca de su propio ministerio, y de las bendiciones del Padre en ese ministerio, Jesús dice: «Dios mismo le da su Espíritu sin restricción. El Padre ama al Hijo, y ha puesto todo en sus manos»). Jesús tenía la unción del Espíritu Santo sin medida, y esta unción permaneció sobre él Hechos 10:38). 38 cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. En la iglesia actual, muchos «cristianos sinceros» han sido engañados por el diablo al recibir un «falso espíritu santo». Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; 2 por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, 3 prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad. 4 Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; 5 porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado. 1 Timoteo 4:1-4 ¿Cuándo sucederá esto? Él dice en el versículo 1: “En los tiempos postreros”. En los tiempos postreros. ¿Cuándo es esto? ¿Es esto en el futuro? ¿Cuándo son los tiempos postreros? Bueno, únicamente necesitamos reflexionar en las Escrituras para responder esta pregunta. 1 Juan 2:18 lo dice de la manera más simple que un versículo lo puede decir: Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,
1 Pedro 1:20, hablando acerca de Cristo dice: “Él fue manifestado en estos postreros tiempos.” En Hebreos1:2, “Dios en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo.” Hebreos 9:26: “Cristo apareció una vez al final del siglo para quitar el pecado.”
El espíritu engañador es el peor tipo de espíritu maligno, pues solo pierde en la capacidad de engañar frente al propio diablo, al punto de hacerse pasar por el verdadero Espíritu Santo, debido a aspectos que no podrían ser tomados como relevantes, y sentir emociones (lloro y risa, danzas), que terminan llevando a una falsa sensación de bienestar. (Proverbios 1:32) Porque el desvío de los ignorantes los matará, Y la prosperidad de los necios los echará a perder; han sido engañados desde lo más profundo del infierno mismo. Usted debe entender eso. Y cuando usted está jugando con las mentiras y la religión falsa, usted no está tan sólo jugando con algo que es meramente una aberración humana, está jugando con enseñanza demoníaca y los espíritus engañadores que vienen de Satanás mismo.
II. EL ESPIRITU SANTO EN LA MISION DE LA IGLESIA.
Además de la salvación la obra del Espíritu encierra todo lo que tiene que ver con la misión de la iglesia. Cuando Jesús ascendió dejó una misión a la iglesia (Sus discípulos). Los seguidores de Cristo deben “ir y hacer discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todo lo que Jesús mandó”. Eso es lo que se conoce como la gran comisión. Sin embargo, ellos no podían comenzar esa obra sin que el Espíritu Santo viniera (Hechos 1:4-8). Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. 5 Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.
6 Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? 7 Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; 8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. El Espíritu Santo era necesario para que la iglesia comenzara su labor, así que los apóstoles tuvieron que esperar diez días más, después de la ascensión de Jesús, para comenzar la labor. Diez días después, en la fiesta de Pentecostés, el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles y comenzaron la gran comisión (Hechos 2). El Espíritu Santo capacita a la iglesia en varias formas para cumplir la misión dada por el Señor, La llenura del Espíritu Efesios 5:18
No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu,
La llenura del Espíritu Santo no es una experiencia constante, es algo que el creyente debe buscar diariamente. El apóstol Pablo lo presenta como un mandato “Sed llenos del Espíritu”. Es un mandato que debemos obedecer. La experiencia de esa llenura es sencillamente ser controlados y guiados por el Espíritu. El versículo completo es muy claro para entender a qué se refiere. “No os embriaguéis con vino en lo cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu” (Efesios 5:18). La llenura del Espíritu es lo contrario a estar embriagado. Así como el licor puede controlar a un borracho, de igual forma el Espíritu controla al creyente. Una persona llena del Espíritu piensa, desea, habla y vive conforme a los pensamientos, deseos, palabras y vida del Espíritu. Es una persona impulsada y guiada por el Espíritu de Dios.
capacita para predicar la Palabra de Dios – Hechos 1:8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Una labor del Espíritu Santo es capacitar a la iglesia para proclamar el evangelio y la Palabra de Dios. La predicación es el medio que Dios determinó para la salvación de los pecadores (1Corintios 1:21). Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.
De manera que el Espíritu Santo capacita a los predicadores para proclamar la Escritura con poder para que tenga efecto. Eso es lo que sucedió en la iglesia de Tesalónica – “nuestro evangelio no vino a vosotros solamente en palabras, sino también en poder y en el Espíritu Santo y con plena convicción” (1Tesalonicenses 1:4). A eso también se refería el apóstol Pablo al decir: “Y ni mi mensaje ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no descanse en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.” (1 Corintios 2:4-5)
El Espíritu Santo produce Su fruto en el creyente – Gálatas 5:22
Finalmente está el fruto del Espíritu. El fruto del Espíritu es el carácter que goza una persona que anda en el Espíritu. Por causa del Evangelio y la libertad en Cristo, los creyentes pueden andar en el Espíritu, lo cual hará que no sacien los deseos de la carne (Gálatas 5:16). Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
La razón por la que una persona que anda en el Espíritu no sacia los deseos de la carne es porque el Espíritu produce en él un tipo de carácter contrario a los deseos de la carne; un carácter con elementos muy particulares: Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio. Este carácter es fundamental para que el creyente pueda vivir en comunión con sus hermanos “y cumplir así la ley de Cristo.” (Gálatas 6:2)
Hoy le pido que entregue su vida al espíritu de Cristo quien le dará el verdadero Espíritu porque el espíritu engañador es el más nocivo de los demonios y también el más perverso, porque se hace pasar por el Espíritu Santo. Gracias por su presencia.