3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
Isaías 53:3
Pastor Jose Juarez
Notas de sermón:
La definición de desprecio es: Desestimar y tener en poco. RAE. Es la falta de aprecio hacia alguien.
El desprecio, en psicología y otras ciencias sociales, es una intensa sensación de falta de respeto o reconocimiento y aversión. El desprecio supone la negación y humillación del otro de quien se pone en duda su capacidad e integridad moral. Wilkipedia. Es similar al odio, pero implica un sentimiento de superioridad.
Todos nosotros hemos sido despreciados en alguna forma, la diferencia es la intensidad y el efecto que esto ha causado en cada quien. Hemos sentido rechazo en la vida por cualquier motivo, no importa por cuanto tiempo haya sido, lo cierto es que no debemos vivir así. Sentirse despreciado puede afectar no solo nuestras emociones, pero también nuestra forma de pensar y actuar, lo que puede probablemente conducir a una enfermedad mental, y nos hace sentir solos. El Sentirnos solos no solamente puede herirnos psicológicamente, sino provocar enfermedades mentales; lo que realmente importa es cómo manejar con la sensación de estar solo, como lo manejó Jesús. Voltaire decía: “todo es soportable salvo el desprecio”. (fue un escritor, historiador, filósofo y abogado francés)
Analicemos hoy el desprecio que sufrió Jesús en su calvario, veamos que aprendemos de ello.
I. LOS DESPRECIADORES.
Jesús fue despreciado porque fue odiado por los fariseos, saduceos y otros miembros de la clase dominante judía. Aunque Jesús continuamente se mostró a sí mismo como el Mesías, los fariseos y saduceos se negaron a creer en él (Juan 12: 37–43) y se opusieron activamente a él. Era de Galilea, una zona de Israel a menudo irrespetuosa (véase Juan 7:41, 52), 41 Otros decían: Este es el Cristo. Pero algunos decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo 52 Respondieron y le dijeron: ¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta.? y de la ciudad de Nazaret, sobre la cual los israelitas preguntaban: “¿Puede salir algo bueno de allí?” (Juan 1:46). Pertenecía a una familia de escasos recursos (véase Lucas 2: 22–24). Los judíos que despreciaron a Jesús finalmente involucraron a los romanos, levantando cargos en su contra y exigiendo que fuera sometido a una muerte dolorosa y torturadora (Mateo 27: 22–25). Los insensibles romanos despreciaron a Jesús como un criminal común, burlándose, golpeándolo, escupiéndole y azotándolo (Mateo 27: 27–30; Juan 19: 1). Su burla incluía vestir a Cristo con un manto púrpura, colocar una corona de espinas en Su cabeza y hacer una demostración satírica de darle honor (Juan 19: 2–3). (Reflexiones del Pastor. Apologética Cristiana Evangélica) El “rechazo” de Cristo no se limitó a aquellos que no creían en él. A veces, Jesús tenía muchos seguidores, pero la mayoría de ellos finalmente se alejaron (Juan 6:66). Muchos otros no anunciaron públicamente su fe en Jesús y, por lo tanto, eran discípulos secretos (Juan 3: 1–2; 12: 42–43; 19: 38). Juan 3:1-2Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. 2Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
Fue traicionado por uno de sus colaboradores más cercanos (Lucas 22:21; Salmo 41: 9). Incluso al final, cuando Jesús estaba siendo arrestado, todos sus discípulos lo abandonaron y huyeron para salvar sus vidas (Marcos 14:27, 50; cf. Zacarías 13: 7; Salmo 38:10). Hoy en día, muchas personas todavía rechazan a Jesús como su Salvador y rechazan Su oferta de vida eterna (Juan 3:16). Hay personas que continúan despreciando el nombre de Jesús y buscan desacreditar lo que ha hecho. Pero en el mismo rechazo que sufrió, Jesús proporcionó salvación a los que creen, y buscamos seguir sus pasos (Lucas 9:23; 1 Pedro 2:21). Ahora en el mundo vemos cuanto desprecio hay por la humanidad, hay gente que odia a determinada raza o condición humana, a esa gente se le conoce como misántropo. La misantropía es el odio, la aversión, la desconfianza o el desprecio en general hacia la especie humana, al comportamiento humano o la naturaleza humana. Un misántropo es alguien que tiene tales opiniones o sentimientos. La gente que despreciaba a Jesús se les podía conocer como los sinónimos de misántropo, huraño, arisco, asocial e inaccesible. Michele Raviart – Ciudad del Vaticano, nos dice que Uno de cada ocho cristianos en el mundo sufre persecución a causa de su fe, 260 millones de personas. Es el dato que emerge de la Lista de Vigilancia Mundial 2020 de la ONG Puertas Abiertas / Open Doors, presentada el 15 de enero en la Cámara de Diputados de Italia. El informe analiza los acontecimientos en el mundo desde el 1 de noviembre de 2018 hasta el 31 de octubre en cien países potencialmente afectados por el fenómeno y muestra cómo, en comparación con el año pasado, los cristianos discriminados a un nivel definido como «alto», «muy alto» y «extremo» han aumentado en 15 millones. La iglesia está influenciada por una cultura inmoral, y el poco tiempo de permanecer en las actividades de la iglesia resulta totalmente insuficiente para contrarrestar la influencia de la cultura. La transformación del corazón se logra por la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas. Ante esta enemistad el cristiano tiene que enfrentar la fuerte tentación de adaptarse al mundo. Pero adaptarse al mundo es negar a Cristo. Pero debemos considerar que la capacidad para aguantar el desprecio y soportar la difamación es una gracia con la que nos reviste el mismo Señor Jesús. Debemos poner la mirada en Jesús y no en nosotros mismos.
En su fase terrenal incluye a varios personajes que demostraron que no amaban a Jesús o que no lo amaban lo suficiente y se lo hicieron saber con su trato hacia él.
II. LOS DESPRECIOS.
Estos personajes demostraron desprecio por Jesús de diversas formas:
Sumos sacerdotes: Buscan con los escribas arrestar a Jesús para darle muerte (Marcos 14,1) Escribas (maestros de la ley): Buscan con los sumos sacerdotes arrestar a Jesús para darle muerte (14,1) Judas Iscariote, uno de los Doce, el traidor: Va a ver a los sumos sacerdotes para entregar a Jesús y busca la ocasión propicia para hacerlo (14,10-12); Discípulos, los Doce, todos los que están en la cena, todos los que están en el monte de los Olivos: Abandonan a Jesús y huyen (14,50). Un grupo con espadas y palos: Acompañan a Judas hacia Jesús (14,43); Se abalanzan contra Jesús y lo arrestan (14,46). Ancianos: Envían a un grupo con espadas y palos con Judas hacia Jesús (14,43) Algunos que están en la asamblea: Declaran falsamente contra Jesús (14,57-59). Otros que están en la asamblea: Escupen y golpean a Jesús (14,65). La multitud: Pide el indulto acostumbrado en la fiesta de Pascua (15,8); Pide que Jesús sea crucificado gritando cada vez más fuerte (15,13-14) Soldados romanos, toda la tropa: Dentro del palacio llevan a Jesús al pretorio (15,16)
Incluso sus familiares: a la hora de su muerte solo María estaba junto a la cruz, si nos preguntáramos: ¿y sus familiares? Estos no aparecen por ningún lado, es más, el evangelio los describe así y porque no estaban junto a la cruz en ese momento, lo encontramos en Juan 7: 5 Porque ni aun sus hermanos creían en él.
III JESUS, EL DESPRECIADO.
Jesús aceptó los sufrimientos físicos y morales impuestos por la injusticia de los pecadores. La cruz de Cristo es, la manifestación de amor generoso de Jesús hacia los hombres, de un amor que nos salva. El desprecio de la Cruz, nos lleva hacia una vida nueva. Por la resurrección de Jesús, Dios inauguró la vida nueva, la vida del mundo futuro, y la puso a disposición de los hombres. Todos los misterios de Jesús son causa de nuestra salvación. Pero es la vida entera de Cristo, en su condición de hombre y en su fase gloriosa, lo que —a decir verdad— nos salva. La respuesta de Jesús al desprecio, fue siguiendo la voluntad de su Padre «aceptó su ministerio y su muerte por amor a su Padre y a los hombres»
1 Pedro 2: 21 – 24: 1 Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; 22 el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; 23 quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; 24 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados. El modo en que Jesús asumió su muerte, y cómo se identificó a lo largo de su vida con los que sufren y mueren sufriendo, sin temor alguno para denunciar que el Dios del Reino, a su Padre a quien él le oró, no quería que esto ocurriese más en nuestro mundo, y rechazando así esa actitud de desprecio e injusticia. a quien así actuase. Jesús vivió de manera solidaria en su entrega con las víctimas, a los rechazados por la sociedad y a los enfermos (Mt 8,17). Y entendió que Dios solo actuaba con compasión y se oponía a los sacrificios (Mt 9,13; Sal 50). Jesús nos invita a cambiar nuestra mentalidad, tener una nueva forma de pensar, de sentir y actuar. Nuestra conversión se produce a través de una firme determinación en las profundidades de nuestra alma para renunciar al pecado y contemplar e imitar a Jesús, quien es verdaderamente el Camino, la Verdad y la Vida”, De la sangre de Cristo procede la posibilidad para todos los hombres de vivir alejados del pecado y de incluir ahí mismo los sufrimientos y la muerte en el propio camino hacia la santidad. Los desprecios que hemos recibido tienen un propósito superior: Los desprecios no solo nos dejan heridas y dolores sino también lecciones valiosas para la vida. Jesucristo se refugió en Dios: “…sino encomendaba la causa al que juzga justamente…”. Estas palabras implican fe, implican oración, implican una profunda relación con Dios. Solo el amor de Dios puede llenar ese vacío. Entregue su vida a Cristo hoy con sinceridad de corazón y con toda la plenitud de fe en todo su poder.