En mi corazón he guardado tus dichos,
Para no pecar contra ti (Sal. 119:11).
Hay muchas personas que tienen objetos que representan un gran tesoro para ellos, y no hay nada malo en ello. Y surgen los buscadores de tesoros perdidos. Actualmente se buscan los huevos de Fabergé Son una serie de joyas elaboradas entre los años 1885 y 1917 por Carl Fabergé, un orfebre ruso, para la familia imperial de Rusia y otros compradores privados. Cada obra, con forma de huevo, está fabricada con metales y piedras preciosas y esconde un complicado objeto. Casi siempre se activan con un mecanismo que las pone en movimiento y permite conocer su contenido. El precio de cada uno de ellos se incrementa cada año. Se crearon 71 huevos -54 para los Románov, pero solo se conoce el paradero de 62, de los cuales 46 son joyas imperiales.
Durante la segunda Guerra Mundial el general japonés Tomoyuki Yamashita escondió en 175 cuevas, túneles y complejos subterráneos en el archipiélago filipino lingotes de oro, estatuas áureas y joyas. En total, eran 200 mil millones de dólares. El suceso generó controversias entre historiadores. Las maravillas que se dijo que se acumularon en su avance victorioso por Asia habitan en la imaginación de los buscadores de fortunas desde hace décadas. Los más negativos afirman que se trata sólo de un mito fabricado por la imaginación popular. (Infobae/Tendencias).
Hay tesoros que se pueden comprar sin dinero y aun así ser los más valiosos del mundo y nadie te los puede robar aun estando a la vista y viendo los efectos positivos y el bien que causa a tu vida.
Pero hay un tesoro guardado en nuestra vida que es invisible pero se da a conocer por los efectos positivos que producen en la vida.
He guardado en mi corazón la Palabra de Dios por que las Escrituras son el tesoro que se guarda en esa caja fuerte. En mi corazón he guardado tus dichos.
– Pastor Juarez