Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”
Hebreos 11:1
Notas de sermón:
La fe en Dios es un poder que salva nuestras vidas. Cuando nos aferramos a la fe, experimentamos
el tremendo poder que tiene para cambiar nuestra vida completamente. Cuando ponemos toda
nuestra fe, cuando ponemos toda nuestra confianza en Jesús- hay ciertas cosas que van a suceder.
cuando tenemos fe en Jesucristo- ¡Los enfermos son sanados! ¡Los Matrimonios destruidos son
restaurados! ¡Ahora El que estaba perdido en sus delitos y pecados-será salvo para la gloria y
honra de DIOS! Es verdad que cosas preciosas le suceden a las personas que tienen fe, pero a la
misma vez, cosas absolutamente malas, le suceden a las personas que viven SIN fe. Entre el grado
más bajo de fe y un estado de incredulidad hay una gran distancia. Uno es un hombre viviente,
aunque débil y el otro está muerto en delitos y pecados. El uno es justificado y el otro ya ha sido
condenado. El fin principal del hombre en esta vida y en la venidera, es complacer a Dios su
Hacedor. El hombre no puede agradar a Dios sin atraer hacia sí mucha felicidad, pues si alguien
agrada a Dios, es porque Dios lo acepta como Su hijo.
I. ¿QUE ES LA FE?
Spurgeon lo define así: Los antiguos escritores nos dicen que la fe se compone de
tres elementos: primero conocimiento, segundo asentimiento y luego lo que
llaman confianza; es decir, apropiarse del conocimiento al cual le damos nuestro
asentimiento y lo hacemos nuestro al confiar en Él.
1º. El conocimiento: Tenemos que creer en algo. Un hombre no puede creer lo que
no conoce. Si yo nunca he escuchado nada acerca de algo en toda mi vida y no lo
conozco, no puedo creerlo. Muchas personas están viviendo su cristianismo así, no
saben en quién han creído. Ellos creen que tienen la intención de ir a la iglesia.
Pretenden unirse a ese tipo de gente. Pretenden cantar con mucha emoción y
tener delirios maravillosos. Como consecuencia de todo eso creen que serán
salvos. Pero no pueden decir qué es lo que creen. Ahora Si dice: «yo creo» y no
sabe lo que cree, ¿cómo puede ser eso una fe verdadera? El Apóstol dijo: «¿Cómo
creerán a aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les
predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?» Para que haya una fe
verdadera, es necesario que un hombre sepa algo de la Biblia.
2. Pero un hombre puede saber algo y sin embargo puede no tener fe. Puede
saber algo y no creer en ello. Por consiguiente, el asentimiento debe acompañar a
la fe; esto es, debemos creer lo que conocemos y tener la certeza que es la verdad
de Dios. Ahora, para tener fe, no solo basta que yo lea las Escrituras y las entienda,
sino que debo recibirlas en mi alma como la propia verdad del Dios viviente. Y con
devoción y con todo mi corazón debo recibir todas las Escrituras como inspiradas
por el Altísimo, conteniendo toda la doctrina que Él requiere que yo crea para mi
salvación.
3. Pero un hombre puede tener todo esto y sin embargo no tener la fe verdadera.
Pues lo principal de la fe radica en el tercer elemento, es decir, en la confianza en
la Verdad. No en creerla simplemente, pero en hacerla nuestra y en descansar en
ella para salvación. Reposar en la verdad. Comprenderá esta palabra, apoyándose
en ella, diciendo: «Esta es la Verdad, a ella confío mi salvación.» Ahora, la fe
verdadera, en su esencia misma se basa en esto: en apoyarse en Cristo. No me
salvará si solamente sé que Cristo es un Salvador. Pero me salvará si confío en Él
para que sea mi Salvador. Entonces, pecador, debes saber que Cristo murió por el
pecado. Debes comprender que Cristo puede salvar y además debes creer que no
serás salvo mientras no confíes en que Él es tu Salvador y que lo es para siempre.
II. SIN FE, NO PODEMOS SER SALVOS
Tomado del sermón de Spurgeon: «Sin fe es imposible agradar al Dios.» Nunca ha
habido un caso registrado en la Escritura, de alguien que haya agradado a Dios sin
fe. El capítulo 11 del Libro de Hebreos es el capítulo de los hombres que agradaron
a Dios. Escuchen sus nombres: «Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente
sacrificio.» «Por la fe Enoc fue traspuesto.» «Por la fe Noé preparó el arca.» «Por la
fe Abraham obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia.» «Por
la fe habitó como extranjero en la tierra prometida.» «Por la fe Sara dio a luz a
Isaac.» «Por fe ofreció Abraham a Isaac.»
«Por fe Moisés rehusó los tesoros de los egipcios.» «Por fe bendijo Isaac a Jacob.»
«Por fe Jacob bendijo a cada uno de los hijos de José.» «Por fe José, moribundo, se
acordó de la partida de los hijos de Israel.» «Por fe pasaron el Mar Rojo como por
tierra seca.» «Por fe cayeron los muros de Jericó.» «Por fe Rahab la ramera no
pereció.» «¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de
Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas.»
Todos estos fueron hombres de fe. Otros que son mencionados en la Escritura,
también hicieron algo. Pero Dios no los aceptó. Algunos hombres se han humillado
y sin embargo Dios no los ha salvado. Así lo hizo Acab, pero sus pecados no fueron
perdonados nunca. Muchos hombres se han arrepentido y sin embargo no han
sido salvos, porque su arrepentimiento no fue correcto. Judas se arrepintió, fue y
se ahorcó y sin embargo no fue salvo. Algunos hombres han confesado sus
pecados y no han sido salvos. Saúl lo hizo. Le dijo a David: «He pecado, hijo mío,
David.» Y sin embargo continuó como antes.
Multitudes han confesado el nombre de Cristo y han hecho muchas cosas
maravillosas y sin embargo nunca agradaron a Dios, por esta sencilla razón: no
tuvieron fe. Y si no hay ni uno sólo mencionado en la Escritura, que es la historia
de unos cuatro mil años, no parece probable que en los otros más de dos mil y
años de la historia de la humanidad hubiese habido uno, cuando no hubo ni uno
sólo en los primeros cuatro mil años.
III. TENER FE.
Crees en el Señor Jesucristo con todo tu corazón? Si es así puedes confiar en que eres
salvo. Sí, puede concluir con absoluta certeza que nunca verá la perdición. ¿Tiene fe?
Quien tiene fe ha renunciado a su justicia propia. Si pones un átomo de confianza en ti
mismo no tienes ninguna fe. Si pones una partícula de confianza en cualquier otra cosa
que no sea la obra de Cristo, no tienes fe. Para Cristo es todo o nada. Él debe ser el
Salvador suficiente o no lo será en lo absoluto.
Si no amas a Cristo, no crees en Él. Pues creer en Cristo engendra amor. Y aún más: aquél
que tiene fe verdadera tendrá sumisión verdadera. Si un hombre dice tener fe y no tiene
obras, miente. Si alguien declara que cree en Cristo y no vive una vida santa, miente.
Pues aunque no confiamos en las buenas obras, sabemos que la fe siempre engendra
buenas obras. La fe engendra la santidad. Y no se tiene al que engendra si no se ama al
hijo. Las bendiciones de Dios son dadas con ambas manos, son dobles. Con una mano Él
otorga el perdón. Con la otra mano siempre da la santidad. Y ningún hombre puede tener
una bendición sin la otra. si alguno de ustedes siente que necesita a Cristo, se lo ruego, en
el nombre de Jesús, que busque la fe en Él que es exaltado en las alturas, para dar
arrepentimiento y remisión de los pecados y quien, si te ha dado el arrepentimiento,
también te dará la remisión de los pecados. Descansen en Su amor y en Su sangre, en Su
obra y en Su muerte, en Sus sufrimientos y en Sus méritos. Y si lo hacen así, no caerán
jamás; sino que serán salvos ahora y serán salvos en ese gran día cuando no ser salvo será
terrible en verdad. Que Dios los ayude a hacerlo así. Por Cristo nuestro Señor. Amén,
Amén, hermana que Dios le de muchas bendiciones este día.
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