Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”
Hebreos 11:1
Notas de sermón:
Una persona puede ir a la iglesia y estar aún en gran oscuridad. Una persona puede aprender
mucho de la Biblia y aun así estar confundida, y oscurecida en su comprensión de lo que leen. Es
mi oración que Dios mismo abra “los ojos de vuestro entendimiento” (Efesios 1:18) mientras
predico. Sólo cuando Dios lo haga, serás capaz de digerir algunas de las verdades en este versículo.
La fe salvadora personal, en la forma en que las Escrituras lo entienden, involucra más que el
simple conocimiento. Por supuesto, es necesario que tengamos cierto conocimiento de quién es
Cristo y de lo que él ha hecho, porque «¿cómo creerán en aquel de quien no han oído?» (Ro 10: 14).
Incluso los demonios saben quién es Dios y conocen los hechos acerca de la vida de Jesús y de su
obra salvadora, porque Santiago dice: «¿Tú crees que hay un solo Dios? ¡Magnífico! También los
demonios lo creen y tiemblan» (Stg 2: 19). Pero ciertamente ese conocimiento no quiere decir que
los demonios se vayan a salvar.
Además del conocimiento de los hechos del evangelio y de la aprobación de esos hechos, a fin de
ser salvo, yo debo decidir depender de Jesús para salvarme. Al hacerlo paso de ser un observador
interesado de los hechos de la salvación y de las enseñanzas de la Biblia a ser alguien que entra en
una nueva relación con Cristo Jesús como una persona viviente. La fe salvadora es confianza en
Cristo Jesús como una persona viviente para el perdón de los pecados y la vida eterna con Dios.
I. NUESTRA SITUACION LEGAL ANTE DIOS
Nuestros pecados han quedado perdonados. Esta debe ser una declaración legal
concerniente a nuestra relación con las leyes de Dios, estableciendo que estamos
completamente perdonados y que ya no estamos sujetos a ningún castigo. Una
comprensión correcta de la justificación es absolutamente esencial para toda la fe
cristiana. Cuando Pablo nos da una perspectiva general del proceso mediante el cual
Dios nos aplica la salvación, menciona explícitamente la justificación: «A los que
predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que
justificó, también glorificó» (Ro 8: 30). Como explicamos en el sermón anterior, la
palabra llamó aquí se refiere al llamamiento eficaz del evangelio, que incluye la
regeneración y produce de nuestra parte la respuesta de arrepentimiento y fe (o conversión).
Después del llamamiento eficaz y de la respuesta que inicia de nuestra parte, el paso
siguiente en la aplicación de la redención es la «justificación». Pablo menciona aquí
que esto es algo que Dios mismo hace: «A los que llamó, a éstos también justificó».
II. LA JUSTIFICACIÓN INCLUYE UNA DECLARACIÓN LEGAL DE PARTE DE DIOS
Wayne Grudem lo explica asi: El uso de la palabra justificar en la Biblia indica que la justificación es una declaración
legal de Dios. El verbo justificar en el Nuevo Testamento (gr. dikaioo) tiene una gama
de significados, pero el sentido más común es el de «declarar justo». Por ejemplo,
leemos: «y todo el pueblo y los publicanos, cuando lo oyeron, justificaron a Dios,
bautizándose con el bautismo de Juan» (Lc 7: 29, RVR 1960). Por supuesto, el pueblo y
los recaudadores de impuestos no hicieron a Dios justo: sería imposible que alguno de
nosotros pudiera hacerlo. Más bien ellos declararon que Dios era justo.
Este es también el sentido del término en pasajes donde el Nuevo Testamento habla
acerca de que nosotros hemos sido declarados justos por Dios (Ro 3: 20, 26, 28; 5:1; 8:
30; 10: 4; Gá 2:16; 3: 24). Este sentido es particularmente evidente, por ejemplo, en
Romanos 4:5: «Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es
contada por justicia (RVR 1960). La idea de que la justificación es una declaración legal
es también bastante evidente cuando se contrasta la justificación con la condenación.
Pablo dice: «¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica.
¿Quién es el que condenará?» (Ro 8: 33-34). «Condenar» a alguien es declarar que esa
persona es culpable.
Lo opuesto a la condenación es la justificación, que, en este contexto, debe significar
«declarar que alguien no es culpable». Esto es también evidente en el hecho de que el
acto de Dios de justificar se da al responder Pablo a la posibilidad de que alguien
presente acusaciones o cargos en contra del pueblo de Dios. Una declaración así de
culpabilidad no puede sostenerse ante la realidad de la declaración de Dios de justicia.
III. SOMOS JUSTOS POR LA JUSTICIA DE CRISTO.
Cuando decimos que Dios nos atribuye la justicia de Cristo queremos decir que Dios ve la justicia
de Cristo como nuestra, o considera que nos pertenece a nosotros.
Él lo acredita en nuestra cuenta. Leemos: «Creyó Abraham a Dios, y esto se le tomó en cuenta
como justicia» (Ro 4:3, citando Gn 15:6). Pablo explica: «Al que no trabaja, sino que cree en el que
justifica al malvado, se le toma en cuenta la fe como justicia. David dice lo mismo cuando habla de
la dicha de aquel a quien Dios le atribuye justicia sin la mediación de las obras» (Ro 4: 5-6). De esta
manera la justicia de Cristo viene a ser nuestra. Pablo dice que nosotros somos «los que reciben
en abundancia la gracia y el don de la justicia» (Ro 5: 17). cuando Cristo sufrió y murió por
nuestros pecados, nuestro pecado le fue imputado a Cristo; Dios lo vio como que le pertenecía, Y
Jesús pagó el castigo correspondiente. Cuando Cristo sufrió y murió por nuestros pecados, nuestro
pecado le fue imputado a Cristo; Dios lo vio como que le pertenecía, Y Jesús pagó el castigo
correspondiente. Tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Debido a
que el precio ha sido pagado enteramente por la obra de Jesús en la cruz, la justicia de Dios hacia
nosotros es eternamente satisfecha. Es solamente a través del Sacrificio en la cruz por nuestro
Salvador, que somos declarados Justos, sin merecerlo. El pecador creyente está firme ante Dios,
no en su propia estimación la cual en realidad no es justicia, pero en la justicia de Jesucristo.
Ahora ésta es la verdadera justicia de Cristo que Dios da a los pecadores que se arrepienten y
ponen su fe en Cristo. ¿Permanece usted en una relación perfecta con Dios? ¿Tiene paz en su
corazón porque usted sabe que está en Cristo? ¿Está confiando en su propia justicia de buenas
obras y cumplimientos o en la justicia de Cristo? Lo invito ahora a que acepte a Cristo como su
Salvador personal y recibir la Vida Eterna.
Amén hermana.
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