Sunday Morning Service

El Sermón de la Mañana #15 – La Providencia De Dios – Serie 1



Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente.”

Marcos 5:36

Notas de sermón:

Quiero empezar con esta ilustración:

Se dice que una vez un anciano, fiel siervo del Señor, había llegado hasta el

punto de no poder trabajar y tenía que depender de la bondad de otros para

vivir. Un día unos muchachos pasaron por su casa y escucharon su oración. El

hombre estaba pidiendo a Dios que le mandara algo de pan. Los muchachos

compraron un poco de pan y subieron al techo de la casa y lo arrojaron para

abajo, por la chimenea. Un rato después ellos fueron para burlarse del

anciano, y cuando entraron en su cuarto después de saludarlo le preguntaron

si Dios le había mandado algo de pan. Les contestó: «Si, Dios siempre me

manda lo que necesito, aunque tenga que mandarlo por conducto del

diablo».

En este sermón queremos tratar el tema de la providencia de Dios. Dios es

amor y nos ama infinitamente. Por eso, nada de lo que nos pasa puede ser

indiferente para Él. Él nos cuida como a la niña de sus ojos y tiene contados

hasta de los cabellos de nuestra cabeza. Dios dirige toda nuestra existencia

hasta en los más mínimos detalles. Nada escapa a su cuidado y las mismas

fuerzas del universo están a su servicio para bien de los hombres. Esto es una

manera de decirnos que nada de nuestra vida es insignificante para Él. Pero

lo que no quiere es que estemos angustiados, como si estuviéramos

abandonados, en un mundo adverso, donde sólo pueden vivir los más

sagaces y violentos. Si tenemos fe, Dios se prodigará en generosidad y

siempre estará atento a nuestras necesidades para ayudarnos,

especialmente, en casos difíciles, cuando la ayuda humana sea imposible. La

providencia de Dios es el cuidado y solicitud que Dios tiene sobre todas sus

criaturas, procurándoles todo lo que necesitan. Dios sustenta y gobierna su

creación. Eso incluye los acontecimientos en ella. Por tanto, el virus de esta

pandemia no ha salido del control de la providencia de Dios. Él mantiene su

dominio. El aislamiento que confina a millones de personas, y el temor a

padecer de COVID-19 o ver sufrir y fallecer en soledad a un ser amado, es

doloroso y devastador. Incluso puede llevar a la desesperanza y dudas

respecto al amor o la existencia de Dios. Los cristianos no somos inmunes a

eso. Por eso debemos prepararnos con la Palabra de Dios y las oraciones que

cuidan nuestros corazones y pensamientos en Cristo (Fil. 4:7). Y la paz de

Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y

vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Un mensaje de confianza en Dios por

la vindicación de su carácter y en el juicio sobre sus enemigos “No quites

jamás de mi boca la palabra de verdad, porque yo espero en Tus

ordenanzas”. Wayne Grudem lo define así:

I.                                                          PRESERVACIÓN

Dios hace que todas las cosas creadas sigan existiendo y manteniendo las

propiedades con que las creó.

Hebreos 1:3 nos dice que Cristo es «el que sostiene todas las cosas con su

palabra poderosa». La palabra griega que se traduce «sostiene» es, «llevar,

cargar». No significa simplemente «sostener», sino que tiene el sentido de

control activo y determinado de lo que se está llevando de un lugar a otro. En

Hebreos 1:3 Jesús está «continuamente llevando todas las cosas» del

universo por su palabra poderosa. Cristo interviene activamente en la obra

de la providencia.

De modo similar, en Colosenses 1:17 Pablo dice de Cristo «todas las cosas en

él subsisten» (RVR 1960). La frase «todas las cosas» se refiere a todo lo

creado en el universo (vea v. 16), y el versículo afirma que Cristo mantiene

existiendo toda las cosas; en él existen continuamente o «permanecen»

(LBLA).

Ambos versículos indican que, si Cristo cesara su actividad continua de

sustentar todas las cosas del universo, todo excepto el Dios trino

instantáneamente dejaría de existir. Tal enseñanza la afirma también Pablo

cuando dice que «en él vivimos, nos movemos y existimos» (Hch 17: 28), y

Esdras:

«¡Sólo tú eres el Señor! Tú has hecho los cielos, y los cielos de los cielos con

todas sus estrellas. Tú le das vida a todo lo creado: la tierra y el mar con todo

lo que hay en ellos. ¡Por eso te adoran los ejércitos del cielo!» (Neh 9:6).

Pedro también dice que «los cielos y la tierra que existen ahora» son

«guardados para el fuego en el día del juicio» (2ª P 3: 7, RVR 1960).

Dios, al preservar todas las cosas que ha hecho, también hace que

mantengan las propiedades con que las creó. Dios preserva el agua de tal

manera que continúa actuando como agua. Hace que la hierba siga actuando

como hierba, con todas sus características distintivas. No debemos pensar,

sin embargo, que la preservación de Dios es una continua nueva creación; él

no está continuamente creando nuevos átomos y moléculas para todas las

cosas que existen. Más bien, él preserva lo que ya ha creado; él «sustenta

todas las cosas» por su palabra de poder (Heb 1:3

II.                                       CONCURRENCIA

Dios coopera con las cosas creadas en toda acción, dirigiendo sus

propiedades distintivas para hacerlas que actúen como actúan. En Efesios 1:

11 Pablo dice que Dios «hace todas las cosas conforme al designio de su

voluntad». La palabra que se traduce «hace» (energeo) indica que Dios

«obra» o «produce» todas las cosas conforme a su voluntad. Nada de lo que

sucede en la creación cae fuera de su providencia. Por supuesto, este hecho

está oculto a nuestros ojos a menos que lo leamos en la Escritura. Hay

muchas cosas en la creación de las que pensamos que son simples

ocurrencias «naturales». Sin embargo, Dios las hace suceder. Leemos de «el

relámpago y el granizo, la nieve y la neblina, el viento tempestuoso que

cumple su mandato» (Sal 148:8)  Dios también hace a la hierba crecer:

«Haces que crezca la hierba para el ganado, y las plantas que la gente cultiva

para sacar de la tierra su alimento» (Sal 104: 14). Dios dirige las estrellas en

los cielos, y le pregunta a Job: «¿Puedes hacer que las constelaciones salgan a

tiempo? ¿Puedes guiar a la Osa Mayor y a la Menor?» Job 38:32; el v. 31 se

refiere a las constelaciones Pléyades y Orión).

Es más, Dios continuamente dirige la llegada de la mañana Job. 38:12), hecho

que Jesús afirmó cuando dijo que Dios «hace que salga el sol sobre malos y

buenos, y que llueva sobre justos e injustos» (Mt 5:45). La Biblia afirma que

Dios alimenta a los animales salvajes del campo, porque «todos ellos esperan

de ti que a su tiempo les des su alimento. Tú les das, y ellos recogen; abres la

mano, y se colman de bienes. Si escondes tu rostro, se aterran; si les quitas el

aliento, mueren y vuelven al polvo» (Sal 104: 27-29; Job 38: 39-41) Jesús

también afirmó esto cuando dijo: «Fíjense en las aves del cielo el Padre

celestial las alimenta» (Mt 6: 26). Dijo que ni un solo gorrión «caerá a tierra

sin que lo permita el Padre» (Mt 10: 29). La Biblia también habla del control

providencial de Dios de los asuntos humanos. Leemos que Dios «engrandece

o destruye a las naciones; las hace prosperar o las dispersa» (Job 12: 23). «

Porque del Señor es el reino; él gobierna sobre las naciones» (Sal 22: 28). Él ha determinado el tiempo de

todos» (LBLA) Ante tanta incertidumbre, que ha

provocado el corona virus la Iglesia puede ser un foco de esperanza y

también una guía moral para el escenario complicado que se viene. La

pandemia trae consigo la oportunidad para apreciar la vida familiar y las

amistades, muchas cosas que tomamos por hecho. En estas circunstancias

llegamos a sentir aprecio, gratitud por cosas que no apreciamos como la

salud. Hay una reflexión sobre la vida agitada y perdida que vivimos. La

solución es una actitud de una ayuda mutua. Tenemos que aprender de la

experiencia humana, y si entendemos la historia de pandemias y desastres no

vamos a dejarnos caer en una interpretación incorrecta, no apegada a la

verdad.

III.               DIOS USA TODAS LAS COSAS PARA CUMPLIR SUS PROPÓSITOS E INCLUSO USA EL MAL PARA SU GLORIA Y NUESTRO BIEN.

Wayne Grudem nos dice así:

Así que, cuando el mal viene a nuestras vidas para atormentarnos, podemos

obtener de la doctrina de la providencia una mayor seguridad de que «Dios

dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido

llamados de acuerdo con su propósito» (Ro 8:28). Esta clase de convicción le

permitió a José decirles a sus hermanos: «Ustedes pensaron hacerme mal,

pero Dios transformó ese mal en bien» (Gn 50: 20).

También podemos darnos cuenta de que Dios es glorificado aun en el castigo

del mal. La Biblia nos dice que «toda obra del Señor tiene un propósito;

¡hasta el malvado fue hecho para el día del desastre!» (Pr 16: 4).11 De modo

similar, el salmista afirma: «Ciertamente la ira del hombre te alabará» (Sal

76: 10, RVR 1960). y el ejemplo del faraón (Ro 9: 14-24) es un ejemplo claro

de la manera en que Dios usa el mal para su gloria y para el bien de su

pueblo.

En una afirmación similar a las citadas arriba de Hch 2: 23 y 4:27-28, Jesús

también combina la predestinación de Dios de la crucifixión con la culpa

moral de los que la realizaron: «A la verdad el Hijo del hombre se irá según

está decretado, pero ¡ay de aquel que lo traiciona!» (Lc 22: 22; Mt 26: 24; Mr

14:21).

Y en una afirmación más general en cuanto al mal en el mundo, Jesús dice:

«¡Ay del mundo por las cosas que hacen pecar a la gente! Inevitable es que

sucedan, pero ¡ay del que hace pecar a los demás!» (Mt 18:7).

Santiago habla de modo similar al advertirnos que no le echemos la culpa a

Dios por el mal que hacemos, y dice: «Que nadie, al ser tentado, diga: Es Dios

quien me tienta». Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tampoco

tienta él a nadie. Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios

malos deseos «destinar» en este versículo es mejor tomarlo como

refiriéndose tanto al tropezar como a la desobediencia. Los líderes

contemporáneos de Cristo lo odiaban por su Santidad y deseaban eliminar su

presencia de sus vidas. Satanás obró para atacar a Dios, animándoles a que

trataran al Cristo encarnado sin misericordia. Pero Dios hizo que esto obrara

para nuestro bien, que la crucifixión de Cristo actuara para nuestra salvación.

En ningún caso Dios fue responsable de la maldad, aunque estaban

involucrados el pecado humano y el pecado de Satanás. Dios no participó del

pecado. Sin embargo, aunque Dios no tuvo ninguna parte en el pecado, obró

por medio de él para el bien, de acuerdo con sus propósitos eternos. Hace

muchos siglos Israel, pueblo elegido de Dios, se moría de sed en el desierto y

murmuraba contra Dios. Él que lo había liberado de la esclavitud de Egipto, y

aquellos hombres llegaron a preguntarse: “¿Está o no el Señor en medio de

nosotros?” (Ex 17,7). Ahora también nosotros nos encontramos en una

situación límite, y surgen dudas e interrogantes por todos sitios: Si Dios existe

y es tan bueno: ¿Qué gana con esta pandemia mundial que mata a tantas

personas inocentes? ¿Tan horrendos son nuestros pecados que merecemos

tal castigo? Y aunque estemos en el siglo XXI y los avances científicos se

presenten como si no tuvieran límites, la triste realidad de cada día nos dice

que no todo se puede explicar en esta vida y que hay cuestiones que

sobrepasan a la inteligencia humana. Jesús no quiere que perezcamos en

esta pandemia, Como Señor de la salud y de la vida puede sanar a tantos

afectados y conceder vida eterna a los miles de fallecidos. Mientras tanto, en

este tiempo calamitoso, hagamos lo que el Señor nos dijo: “Pedid y se os

dará, buscad y encontrareis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide

recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre” (Mt 7,7-9). Acepte a

Cristo Jesús ahora y Él le dará la vida Eterna. Oro para que Dios toque su

corazón y lo acepte como su salvador personal.

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