Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste «Y aún hay lugar.»
Lucas 14:22
Notas de sermón:
La escritura nos revela que no había lugar ni para Cristo ni para sus padres en la posada de Belén, y también nos dice que
había entonces otros lugares en los que, aunque tampoco hubo lugar para Cristo, otras personas de categoría muy inferior
a Él fueron bienvenidas y recibieron hospedaje. Aunque en el mundo hay todavía muchos pecadores que parecen no tener
lugar para Cristo en sus corazones ni en sus vidas, sin embargo; en el corazón y en el amor de Cristo hay mucho lugar para
esos pecadores y hoy les hago una invitación sincera, tierna y afectuosa para que vengan a Cristo pues «aún hay lugar».
Para los que hasta ahora no han conocido la gracia de Dios; para los que, todavía, nunca han disfrutado del banquete del
Evangelio, para ustedes que han estado contentos con lo que les ofrece este mundo y nunca han probado lo que
verdaderamente es sustancial y que satisface ahora y durante toda la eternidad, para todos ustedes, sí para ustedes, es el
mensaje de nuestro texto, «aún hay lugar».
I. ¿DÓNDE HAY LUGAR?
hay lugar en la fuente abierta para lavar el pecado y la inmundicia, hay lugar para que usted sea lavado y pueda quedar limpio. Ha
adoptado a una innumerable multitud de aquellos que en otro tiempo fueron hijos de ira y siervos de Satanás. Ha escogido a
algunos de los más viles hijos e hijas de Adán, pero ellos han sido lavados, han sido limpiados, han sido regenerados y han recibido
el sello de su adopción en la familia de Dios, y ahora exclaman con gozo: «Abba, Padre;» pero todavía hay lugar para otros millones
más en esa gran familia. Una familia común, no tiene en su hogar lugar para extraños; la casa ya está llena con sus propios hijos e
hijas, por lo que no pueden recibir en su familia a los hijos de extraños; pero en el gran corazón de nuestro Padre celestial todavía
hay lugar para todos los que quieren venir a Él por medio de Jesucristo, Su Hijo. No todos los que Él ha elegido para vida eterna han
creído todavía en Jesús ni han sido «sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la
redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.» Pero aún hay lugar en el gran corazón del Padre para todos los que
quieran venir a Él por medio de Jesucristo, su Hijo.
II. ¿CUÁNDO HAY LUGAR?
«Aún hay lugar.» «¡Aún!» Los tiempos han pasado, generaciones han seguido a generaciones, y todas han dado muchos creyentes
para la Iglesia de Jesucristo; pero «aún hay lugar» para millones más. Han pasado multitudes por el valle del arrepentimiento hasta
la cruz del Calvario; multitudes incalculables para un ser humano, han encontrado paz y perdón en Cristo; pero a pesar de ello,
«aún hay lugar». Para aquellos legalistas defensores del sábado, el hombre enfermo debería buscar a Jesús al día siguiente si quería
ser sanado, a fin de no profanar el día sagrado. Ese día no había lugar No les importaba si sufría un día más. ¿Pero cuando hay
lugar?
Pero Jesús no iba a ceder a sus presiones, así que «dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana».
Notemos que el único trabajo que hizo el enfermo fue extender su mano, y en cuanto a Jesús, no se dice que hiciera nada con ella.
Por lo tanto, fue sanado por medio de su palabra, lo cual no incumplía ni la ley de Dios ni tampoco la complicada legislación judía al
respecto. Pero, aun así, ellos se encolerizaron contra Jesús, y en su obstinada oposición, no se les ocurrió pensar, que si Jesús no
estuviera actuando conforme a la voluntad de Dios, de ninguna manera podría hacer las obras que hacía. Recordemos la reflexión
de Nicodemo, un fariseo como ellos, cuando fue a ver a Jesús:
(Jn 3:2) «Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer
estas señales que tú haces, si no está Dios con él.»
III. ¿POR QUÉ HAY LUGAR?
Dios ha ordenado que una multitud innumerable, tan numerosa que nadie la puede contar, sea salvada por toda la
eternidad; y pensamos que tenemos alguna garantía para creer que el número de los salvos sobrepasará en mucho al
número de los condenados, para que Cristo tenga la preeminencia en todas las cosas. Pero un sacrificio tan grande como el
de Cristo no puede haber sido ofrecido sin un gran propósito en mente; de hecho, les dijo a sus discípulos que «el Hijo del
hombre… vino… para dar su vida en rescate por muchos.» Por lo tanto; creemos que en el gran redil donde el Buen Pastor
guarda sus ovejas compradas con sangre, «aún hay lugar» para que entren muchas ovejas más. No sólo nuestras manos;
sino también nuestras vidas están “secas” sin Dios! A pesar de que Dios nos creó a su imagen, para ser como Él. Desde el
pecado de Adán en el jardín, el pecado separó al hombre de Dios. Dios declaró que el “día que peques, morirás”. En
nuestra vida; hay situaciones que nos marcan y crean en el mundo espiritual ciertas ataduras que no nos permiten fluir en
la obra de Dios; lo que nos pone en un mal estado espiritualmente, donde fracasamos en la oración, en la comunión con
Dios o bien. Puesto que el hombre nace en pecado, “aislado” de la fuente de vida, se encuentra en una condición “seca”.
Está “seco” en su espíritu, alma y cuerpo. En última instancia, si el hombre no se “reconecta” con Dios a través de él, al
nacer de nuevo por el espíritu de Dios, ¡morirá!
Creemos que el objeto del pacto de gracia y del plan de la redención, tan maravilloso según lo revelan las Escrituras, no
puede haber sido pequeño. Debe ser una gran multitud de almas redimidas lo que dará satisfacción a Cristo por el terrible
sufrimiento que Su alma soportó. No puede ser un grupo insignificante el que será salvo por Su mano todopoderosa y Su
brazo santo, sino una multitud portentosa la que constituirá el cumplimiento de los designios eternos del Señor, y le traerá
el honor y la gloria que merece por siempre y para siempre. Por lo tanto, también por esta razón creemos que «aún hay
lugar.» Acepte a Cristo Jesús como su Salvador personal. Oro para que esto suceda.