Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”
Mateo 5:3
Notas de sermón:
El inicio del Sermón de la Montaña nos dice que serán bienaventurados los pobres de espíritu, debido a que es el fundamento del resto de las bienaventuranzas y de la vida cristiana. Ser pobre en espíritu no es una virtud; sino una falla. Algunos dirían que la pobreza física o financiera es a lo que Jesús se refiere aquí. Pero examinemos el caso, ¿por qué no diría simplemente “Bienaventurados los pobres”? Jesús se refiere a una pobreza espiritual de algún tipo al usar la frase “pobres en espíritu”. No solo eso, Jesús afirma que el reino del cielo pertenece a estos espiritualmente empobrecidos y desamparados. Es una persona que reconoce su miseria espiritual en la presencia de Dios. Un pobre en espíritu es quien sabe que esta arruinado espiritualmente cuando estamos sin Dios. Es quien que está desprovisto de toda virtud y reconoce su pobreza total ante el Señor. Nuestro Instructor Divino comienza por el principio, con el propio ABC de la experiencia, y de esta forma permite que los bebés en la gracia aprendan de Él; si hubiese comenzado con logros más elevados, los más pequeñitos se habrían quedado rezagados. Un paso gigantesco al pie de estas sagradas escaleras habría impedido rotundamente que muchos intentaran ascender; pero, estimulados por un escalón a su alcance, que muestra la inscripción: «Bienaventurados los pobres en espíritu», miles son inducidos a seguir el camino celestial. Spurgeon
I. BIENAVENTURADOS.
¿Qué es la felicidad? ¿Cómo lograrla? Sentirse feliz significa experimentar la vida verdadera por estar viviéndola con intensidad y compromiso; es sentirse uno mismo. Con las bienaventuranzas, que sintetizan todo el sermón de la montaña, Jesús nos va a presentar su camino para que el hombre logre la verdadera felicidad, la verdadera vida. La tradición, que se remonta al siglo IV, sitúa esta escena en las laderas de la colina junto al Tabgha, de doscientos cincuenta metros de altura, con una superficie aproximada de un kilómetro cuadrado, y a tres de Cafarnaún.
Hemos de tener presente que no es fácil entender el mensaje de Jesús, sobre todo cuando el hombre vive superficialmente. Qué privilegio que Dios nos diga: «DICHOSO» «FELIZ». Pero esto no es por una FELICIDAD o DICHA humana, sino que es una BENDICIÓN de parte de DIOS para el Cristiano.
El significado bíblico de bienaventurado es una forma de expresar una bendición. Este término proviene de la palabra hebrea «rodilla» y algunos interpretan que precisamente el estar arrodillado se hacía cuando se iba a recibir una bendición. Sea cual sea su origen, el término bienaventurado y bienaventuranza simbolizan todo aquello que está relacionado con bendecir. Este término es la traducción del término Makarios, que significa “dichoso”, “feliz”. Más que otra cosa, la palabra describe un estado interior de alegría o felicidad. Bienaventurada es esa pobreza de alma de la que el propio Señor expresa tales cosas buenas. Él le da mucha mayor importancia a lo que el mundo tiene en poca estima, pues Su criterio es lo opuesto al veredicto de los altivos.
II. …LOS POBRES EN ESPIRITU
Ser pobre de espíritu es alguien que es pobre o carece de arrogancia. O sea, de ORGULLO. En la legislación mosaica se designa con este nombre, primeramente, a los que no poseían tierras (Ex 22,24; Lev 19,10; 23,22). Eran las gentes pobres en sentido material. Y, como consecuencia ajena a ello, gentes sin influencia social, desprovistas de apoyo y frecuentemente explotadas y humilladas. De aquí la defensa que hacían de ellos los profetas (Am 8,4; Is 3,14-15; 10,2; 14,32). Después del destierro de Babilonia se le añade a lo anterior la de persona que confía en Dios.
La bienaventuranza se refiere a los pobres por decisión personal, a los que deciden hacerse pobres, a los que lo eligen; y los opone a los pobres por necesidad. La pobreza evangélica no se identifica con la penuria material, sino con la indigencia del hombre que se descubre necesitado y se abre a la gracia, al bien, a la justicia, al amor, a la paz, a la libertad…, a Dios -a todo lo que representa-. Es el que renuncia a apoyarse en leyes, seguridades o riquezas de la tierra; el que opta contra el dinero y el rango social y se pone en las manos de Dios; el que vive desprendido de lo que no tiene valor absoluto y vive en la tierra como peregrino y en constante búsqueda.
Como lo dice:
(FRANCISCO BARTOLOME GONZALEZ
ACERCAMIENTO A JESUS DE NAZARET 2
PAULINAS/MADRID 1985.Págs. 6-19)
LA PERSONA DESCRITA HA DESCUBIERTO UN HECHO, ha confirmado su propia pobreza espiritual; y, en segundo lugar, ES CONSOLADO POR UN HECHO, pues posee «el reino de los cielos.»
El hecho que ha descubierto es una antigua verdad, ya que el hombre siempre fue pobre espiritualmente. Desde su nacimiento fue un indigente, y en su mejor estado es solamente un mendigo. «Desnudo, y pobre, y miserable» es un resumen preciso de la condición natural del hombre. Está cubierto de llagas a las puertas de la misericordia, sin tener nada propio excepto pecado, incapaz de cavar y renuente a pedir, y por lo tanto, pereciendo en la penuria más horrenda.
Esta verdad es también universal, pues todos los hombres son así de pobres por naturaleza. En un clan, o en una familia, habrá usualmente al menos una persona de dinero, y en la nación más pobre habrá unos cuantos poseedores de riqueza; pero, ¡ay de nuestra humanidad! Toda su reserva de excelencia ha sido malgastada, y sus riquezas han desaparecido por completo. Entre todos nosotros no queda ningún remanente de bien,
el hambre se ha apoderado de nosotros, un hambre más terrible que la que desoló a Samaria en tiempos antiguos. Debemos diez mil talentos, y no tenemos nada con que pagarlos; no podemos encontrar ni siquiera un solo centavo en todas las arcas del tesoro de las naciones.
Este hecho es profundamente humillante. Tal vez un hombre no tenga nada de dinero, pero si no hay ninguna culpa involucrada, no siente vergüenza por ello; pero nuestra condición de pobreza tiene este aguijón: que es moral y espiritual, y nos sumerge en la reprobación y el pecado. A menudo, el pobre esconde su rostro como alguien que está grandemente avergonzado. Pero nosotros tenemos una causa mucho mayor para avergonzarnos, pues hemos vivido disolutamente, hemos gastado la riqueza de nuestro Padre, y nos hemos sumido en la penuria y en la deshonra.
Los pobres son aquellos que; aunque poseen comodidades terrenales, educación, dinero, saben distinguir cierta carencia: la perfección espiritual, esto es; se dan cuenta que espiritualmente son imperfectos.
III. PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS.
Ellos del griego, autón significa la idea es “de ellos”, y no de “otros”
Cuando estamos completamente arruinados, estamos próximos a ser enriquecidos con las riquezas de la gracia. Fuera de nosotros mismos estamos a un paso de estar en Cristo. Donde nosotros llegamos, comienza la misericordia; o más bien, la misericordia ha comenzado, y la misericordia ya ha hecho mucho por nosotros cuando estamos al final de nuestro mérito, de nuestro poder, de nuestra sabiduría, y de nuestra esperanza. Entre más profunda sea la indigencia, mejor.
No es una promesa en cuanto al futuro, sino una declaración en cuanto al presente; no dice: de ellos será, sino «de ellos es el reino de los cielos.» Esta verdad es claramente revelada en muchas Escrituras por inferencia necesaria; pues, primero, el Rey del reino celestial es representado constantemente como reinando sobre los pobres. David dice en el Salmo setenta y dos, «Juzgará a los afligidos del pueblo, salvará a los hijos del menesteroso. . . .Tendrá misericordia del pobre y del menesteroso, y salvará la vida de los pobres. Todos los que se alistan bajo el estandarte del Hijo de David son como aquellos que antaño vinieron al hijo de Isaí en la cueva de Adulam, «Todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos.» «Este a los pecadores recibe, y con ellos come.» Su título era, «un Amigo de publicanos y de pecadores.» «Por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico,» y es por tanto conveniente que los pobres sean reunidos con Él. Como Jesús ha elegido a los pobres en espíritu para que sean Sus súbditos, y ha dicho: «No temáis manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino,» vemos cuán cierto es que ellos son bienaventurados. La regla del reino es tal que sólo los pobres en espíritu perseverarán. Acepte a Cristo Jesús como su salvador personal. Y Él le dará la Vida Eterna.