Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra.
Salmo 46:10
Notas de sermón:
Con frecuencia nos encontramos viviendo tiempos difíciles de entender y otros son de gran adversidad, son sin duda tiempos en donde confiar en Dios es nuestro desafío. La situación que estamos viviendo en este momento en el mundo; hace que muchas personas hayan perdido la esperanza, la fe, la confianza.
Consideramos que el sanador y salvador es Jesucristo nuestro Señor, pero a veces depositamos nuestra confianza en un familiar o amigo que me va a ayudar, o en la institución o dinero que me va a llegar, o alguien que hablará con el jefe para ascenderme, etc. Pero nuestra confianza debe estar puesta en Jesús pues él nunca nos fallará. Dios, es el «refugio» de todo creyente en los momentos de dificultades. Esto significa que usted y yo podemos dejar de luchar con nuestras propias fuerzas y descansar en Él. El título de este salmo es Al músico principal; de los hijos de Coré. Salmo sobre Alamot. Estos hijos de Coré eran levitas, de la familia de Coat. Para la época de David, parece que servían en el aspecto musical de la adoración en el templo (2 Crónicas 20:19). “Lutero, cuando estaba en mayor angustia, solía pedir este salmo, diciendo: Cantemos el salmo cuarenta y seis en concierto; y luego dejemos que el diablo haga su mejor esfuerzo”. (John Trapp)
Spurgeon se preguntaba si Alamot se refería a un instrumento de cuerda de tono alto como sugiere 1Crónicas 15:20
Muchos de los otros salmos comienzan con una descripción de la crisis del salmista. En el Salmo 46, el poeta comienza con la provisión de Dios. Buscó ayuda en Dios en tiempos difíciles y la encontró. Podía decir estas cosas por experiencia.
I. Dios está presente en medio de su pueblo.
Dios es nuestro amparo y fortaleza, para nosotros hoy en día, el Mensaje de este salmo, sigue siendo válido, el consuelo que Dios nos ofrece es perdurable para nosotros también hoy en día. Nadie más, sino el Señor irrumpe para nuestra seguridad. No estamos solos, él está en medio de nosotros, no tenemos por qué tener temor de las circunstancias frente a nosotros. Es el Señor quien sale al frente por nosotros. Suceda lo que suceda, el pueblo de Dios es dichoso y está seguro; ésta es la doctrina del Salmo, y para ayudar a nuestra memoria podría ser llamado «El Cántico de la Santa Confianza», si no fuera que por el amor del gran reformador a este himno conmovedor probablemente seguirá recordándose como el Salmo de Lutero. C. H. S. Israel se gloriaba en Jehová, el único Dios vivo y verdadero. Nuestro Señor Jesús confió en la Palabra de su Padre “que no dejaría su alma en el Seol”, y tres días y tres noches después de estar en el corazón de la tierra lo levantó de los muertos… Jesús confió y esperó en él… y fue exaltado por el Padre. Dios está en medio de su pueblo.
II. LA CONFIANZA EN DIOS NOS DA ESPERANZA
El temor genera incertidumbre, ansiedad y angustia por lo que vendrá, y eso afecta hasta la salud física; pero la fe en Dios genera confianza, esperanza y expectativa por la poderosa obra que el Señor hará. La fe en Dios produce paz en el corazón cristiano, lo cual beneficia además su salud física. Entonces confiar en Dios y en su cuidado también genera salud y bienestar.
Todos los hombres en un momento u otro de su vida se enfrentan a momentos dolorosos como el sufrimiento, la muerte, la enfermedad, etc. Es sólo gracias a la Esperanza, que estas realidades adquieren un sentido, convirtiéndose en medios de salvación, en un camino para llegar a Dios. La Esperanza nos da la certeza de que algún día viviremos en la eterna felicidad.
la esperanza es un anhelo de felicidad que Dios ha puesto en el corazón del hombre. Nos da la confianza en que Dios, por los méritos de Cristo, nos dará las cosas que necesitamos aquí en la Tierra para alcanzar el Cielo.
La esperanza consiste en confiar con seguridad en la promesa de salvación que Dios nos ha hecho.
Sin esperanza, perdemos la visión de la vida eterna. Luchamos solos contra las dificultades prescindiendo de la ayuda de Dios. Estamos destinados a la vida eterna y debemos vivir de cara a ella. Confiando en Dios no hay futuro incierto. La esperanza cristiana está fundada en la fe, porque nace de creer en las promesas que Dios nos ha hecho. Un problema para el cristiano es la Desesperación que es la desconfianza en Dios, por lo que nos dejamos llevar de nuestra propia inseguridad. Es el pecado de Caín y de Judas. Ge. 4, 13 Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi castigo para ser soportado.
Mt. 27, 3-6. Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos,4 diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? !!Allá tú!
5 Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó.
6 Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre. Con la desesperación estamos negando la fidelidad de Dios a sus promesas y su infinita misericordia, y nos puede llevar a muchos excesos, incluyendo el suicidio. Es un pecado gravísimo. La persona desesperada siente y piensa que Dios no le puede perdonar, que nada que haga va a cambiar la situación.
Existe también la presunción que es confiar en obtener la vida eterna sin la ayuda de Dios, porque nos bastamos a nosotros mismos. Es el caso típico del autosuficiente que “no necesita de nada, ni de nadie, sólo él se basta”. Esto es un exceso de confianza que nos hace pensar que vamos a obtener la salvación aun prescindiendo del medio que Dios nos da. Es decir, sin la gracia. Su causa principal es el orgullo. Se piensa que no importa lo que se haga, de todas maneras, se obtiene la salvación.
Dios nos concede fortaleza para afirmar y guardar nuestra esperanza.
Si aprendemos a esperamos a esperar en Dios, Él nos responde (Salmo 22:4) En ti esperaron nuestros padres; Esperaron, y tú los libraste.
Nuestros problemas Dios los transforma en bendiciones (Génesis 50:15-20) 5 Viendo los hermanos de José que su padre era muerto, dijeron: Quizá nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos.
16 Y enviaron a decir a José: Tu padre mandó antes de su muerte, diciendo:
17 Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron; por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban.
18 Vinieron también sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por siervos tuyos.
19 Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios?
20 Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo.
En medio de las pruebas debemos confiar y tener esperanza en Dios (Santiago 1:2) Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,
Nos encontramos en un mundo lleno de pecados y de maldad. Satanás anda como león rugiente buscando a quien devorar. El vino para matar, hurtar y destruir.
El está usando todos los medios posibles, y todas las tácticas para acabar con el ser humano. El va a usar problemas familiares, presión económica, estrés para que usted se desanime y pierda la esperanza, y pierda así el deseo de seguir adelante y hacer el bien.
Hemos visto como muchos cristianos se han dejado conducir por las tácticas de satanás y se han apartado. Han perdido la confianza en Dios y se han olvidado en quien han creído. Muchos están ya cansados de luchar contra el desánimo, la maldad y quieren ya darse por vencidos. Mt. 24:12 nos dice: “que por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará’’ “En el mundo tendréis aflicción, pero CONFIAD YO HE VENCIDO AL MUNDO.” Juan 16:33
Es posible que tengamos errores y fallas en nuestra vida, pero si hemos creído en Dios con todo nuestro corazón y tenemos fe y confianza, podemos vencer todo obstáculo, porque el creer y confiar en Dios nos da esperanza y ánimo de seguir viviendo, de seguir luchando sin desmayar hasta el final.