6 Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! 7 Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. 8 Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. 9 Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios. 10 Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.
Apocalipsis 19:6-10
Notas de sermón:
Las bodas del cordero, constituyen una de las promesas más importantes profetizadas por Él Señor; todos los creyentes esperan con ansias la manifestación de este gran día. La esposa de Jesús será la iglesia, la cual está compuesta por todas aquellas personas que han recibido al Señor en su corazón y que han abandonado su vieja manera de vivir por llevar una vida conforme a la del Señor. Cristo viene a buscar una iglesia santa, sin mancha ni contaminación, es por ello que cada uno de los miembros que la conforman deben preservar limpias sus vestiduras de manera que no haya en ellos impureza ni pecado alguno.
I. LOS ANTECEDENTES A LA BODA
Como toda boda, habrá una gran cena en esta celebración; el gran banquete que el Señor ha preparado para todos los convidados a las bodas. «Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios», Apocalipsis 19:9. El matrimonio tenía lugar a una edad muy joven para los antiguos judíos. Cuando una futura novia había sido elegida para un hombre joven, algunas veces era por sus padres, le seguía un período de un año llamado “compromiso”. Durante este tiempo la pareja todavía vivía separada mientras las delicadas negociaciones, a menudo prolongadas, iban y venían entre las familias, como las cuestiones de dote, etc.
El novio o su familia pagaban la dote al padre de la novia. El pago se hacía en reconocimiento de la pérdida sufrida por la familia de la novia como un miembro útil que salía de la casa. También se entendía que parte del dinero se destinaba a la mujer en caso que su marido muriera prematuramente. Después de que el período de los esponsales se terminaba y todos los acuerdos eran por fin alcanzados y firmados, la boda podría tener lugar. Las bodas solían extenderse durante un período de cinco a siete días. Al comienzo de la fiesta de bodas, en la noche, el novio, acompañado de sus amigos, iba a buscar a su novia a la casa de su padre. Él usaría particularmente espléndida ropa e incluso a veces una corona. Una procesión se formaba bajo la dirección de uno de los amigos del novio, que actuaba como el maestro de ceremonias y se mantenía a su lado durante todo el regocijo. La novia era llevada en andas y en procesión. Ella estaba muy bien vestida y en el camino la gente cantaba canciones de boda que eran tradicionalmente conocidas.
Lo que la visión de Juan en las imágenes de Apocalipsis es la fiesta de bodas del Cordero (Jesucristo) y Su novia (la Iglesia) ya ha habido un compromiso, cada creyente individual colocó su fe en Cristo como Salvador. La dote pagada al padre del esposo (Dios el Padre) sería la sangre de Cristo derramada en nombre de la Novia. La Iglesia en la tierra hoy, entonces, está “comprometida” con Cristo.
Este simbolismo se cumple perfectamente en la relación de Cristo con su Iglesia:
El contrato nupcial fue firmado cuando Cristo redimió a su iglesia por medio de su muerte en la cruz (Efesios 5:25-27). 25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
Desde ese momento, todo verdadero creyente está unido legalmente a Cristo en matrimonio (2 Co 11:2). Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo.
Después de un período de separación en el que nos encontramos en este momento, llegará una segunda etapa, que se cumplirá cuando Cristo, acompañado de sus santos ángeles, venga a recoger a su iglesia por medio del arrebatamiento. Este momento cuando el novio viene con sus amigos a buscar a la esposa para llevarla a su casa es al que se refiere la parábola de las vírgenes que encontramos en (Mt 25:1-13). Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. 2 Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. 3 Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; 4 mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. 5 Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. 6 Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! 7 Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. 8 Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. 9 Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. 10 Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. 11 Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! 12 Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. 13 Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir. Aquí tenemos las dos clases de personas que declaran que están esperando a su Señor. Se las llama vírgenes porque profesan una fe pura y las lámparas representan la Palabra de Dios —Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino —Salmos 119:105.
Los cristianos sinceros son las vírgenes prudentes, y los hipócritas son las necias. Es importante resaltar que la clase representada por las vírgenes insensatas no está formada de hipócritas porque está claro que manifiestan respeto por la verdad y la han defendido. Su problema consiste en que no se han rendido a la obra del Espíritu Santo. No han permitido que su vieja naturaleza sea quitada. Estas personas se han contentado con una obra superficial. No conocen a Dios. No han estudiado su carácter; no han mantenido comunión con él; por lo tanto, no saben cómo confiar en él, cómo mirarlo y cómo vivir.
Son verdaderamente sabios o necios los que así actúan en los asuntos de su alma. Muchos cristianos tienen una lámpara en sus manos, pero en sus corazones no tienen el conocimiento sano ni el compromiso con él Señor. Sus corazones no han sido provistos de una disposición santa por el Espíritu de Dios queda un nuevo nacimiento. Todas cabecearon y se durmieron. La demora representa el espacio entre la conversión verdadera o aparente de estos profesantes y la venida de Cristo, Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida. Lucas 12:35-36 Los apóstoles Pablo y Juan compararon a los ungidos con vírgenes (2 Corintios. 11:2; Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo. Rev. 14:4). De modo que el consejo y la advertencia de la parábola que encontramos en Mateo 25:1-13 es para los creyentes . Jesús estaba hablando del momento en el que vendrá para ejecutar sentencia y destruir a este mundo pecador. Por lo tanto, cuando Jesús relató la parábola de las 10 vírgenes, se estaba refiriendo al tiempo del fin, y el momento culminante de dicha parábola —la llegada del novio— ocurre durante la gran tribulación. Las vírgenes discretas no solo tuvieron que prepararse bien, también tuvieron que mantenerse alerta. No obstante, Jesús dijo que todas las vírgenes, las 10, “cabecearon y se durmieron” debido al aparente retraso del novio. Incluso alguien que desea mantenerse alerta pudiera quedarse dormido, es decir, debilitarse o distraerse, mientras espera su llegada. Los cristianos fieles se han esforzado mucho por seguir esta advertencia. En la parábola, todas las vírgenes reaccionaron cuando escucharon: “¡Aquí está el novio!”. Pero solo las discretas se mantuvieron alerta hasta su llegada (Mat. 25:5, 6; 26:41). En la actualidad, los ungidos se han mantenido alerta y han reconocido la señal que demuestra que el Novio está a punto de llegar. Antes de que empiece la gran tribulación, los fieles recibirán su sello definitivo (Rev. 7:1-4) Eso quiere decir que, a partir de ese momento, es seguro que irán al cielo. Pero pensemos ahora en los años previos a la gran tribulación. ¿Qué ocurrirá si algunos fieles no se han mantenido alerta o se han vuelto infieles? No recibirán el sello final, por lo tanto, no irán al cielo. En tal caso, cuando comience la gran tribulación, otros cristianos fieles habrán sido sellados y los habrán reemplazado.
Y finalmente, después de la unión entre el esposo y la esposa, venía el banquete, que en este caso no durará sólo unos días, sino que se extenderá por toda la eternidad.
II. LA PROPIA BODA
Los primeros cinco versículos de Apocalipsis 14 nos hablan de un tiempo después de la primera resurrección y el encuentro de Cristo y Su Novia, pero antes de su descenso a la tierra, cuando las 144,000 primicias de Dios estarán con el Cordero en el Monte Sión. Esto no se refiere al Monte Sión terrenal en Jerusalén, sino al que está en el cielo donde está el Templo de Dios (versículo 17). Estas primicias son representadas ante el trono de Dios (versículos 3, 5) y como si ya hubieran sido redimidas de la tierra y de entre los hombres (versículos 3-4). El Templo celestial de Dios se abrirá brevemente para permitir que los siete ángeles se vayan en su misión para derramar las siete últimas plagas sobre la tierra (Apocalipsis 15: 5-6, también llamados los frascos o cuencos de la ira de Dios).
Luego se cerrará nuevamente (versículo 8). Los 144,000 permanecerán en el cielo durante el derramamiento de las siete últimas plagas y durante la represión de la gran ramera (la novia falsificada de Satanás, también conocida como Babilonia la Grande) y la Bestia, que se describen en Apocalipsis 16-18.
Luego, en Apocalipsis 19: 7-9, podemos leer acerca de las bodas del Cordero. Inmediatamente después de la Cena de matrimonio, el cielo se abrirá una vez más (Apocalipsis 19:11). El Novio —su vestimenta bañada en sangre — Su Novia y Sus ángeles — vestidos de lino fino, blanco y limpio— descenderán a la tierra (versículos 12-16).
Juan se refiere a Cristo como el Cordero que fue asesinado (Apocalipsis 5: 6, 9, 12; 13: 8), que derramó su sangre (Apocalipsis 5: 9; 7:14; 12:11), y que venció la muerte y el diablo (Apocalipsis 12: 10-11; Romanos 8: 36–37). Jesús es el cordero victorioso de Dios que vence a través del sacrificio propio.
Jesucristo, el Cordero, es el Novio, y la Iglesia es su novia. La cena de las bodas del Cordero, una gran y alegre celebración. La realidad es que cuando nos unimos a Jesús para ser un Espíritu con Él, entramos en un pacto y una unidad matrimonial con Él, en esta unidad nos vamos casando día a día, más con el Señor; es como un matrimonio en la tierra
Cristo vuelve por su Iglesia, debemos prepararnos, ya que por su gracia somos la novia que se unirá a su Señor y estaremos para siempre con el Amado, Jesucristo nuestro Señor. Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios (19:9). Ahora
vale la pena hacernos la siguiente interrogante ¿Ha valorado en realidad lo que Cristo sufrió por usted?, si aún no lo ha hecho, este es el momento para hacer un alto en aquellas acciones que demuestran lo contrario, en relación a valorar lo que Jesús hizo por usted.